Si pudiéramos definir en una palabra la situación actual en la Iglesia, ésta sería probablemente “confusión” o “crisis”. Aunque pueda sonar pesimista, fatalista o a profeta de calamidades, los números hablan por sí solos: los de bautizados que deciden apostatar voluntariamente, los números decrecientes de fieles que asisten a los Sacramentos, la tendencia dramática a la baja de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada o el alto porcentaje de católicos que no creen en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Durante mucho tiempo se viene creyendo que la actual deserción de fieles se debe a una incapacidad de comunicar de forma novedosa y atractiva el Evangelio, pero más de 50 años de “aggiornamento” dan prueba de que esa no solo no era la solución, sino que ha agravado el problema. Lo que sí se han actualizado son las viejas ideas modernistas y de “nueva teología”, que bajo eufemismos y pseudo-neologismos son predicadas abiertamente por nuestros pastores, con declaraciones y documentos intencionadamente ambiguos y, en muchas ocasiones, contrarios a la Fe inmutable de la Iglesia.

Ahora bien, ¿qué ideas concretas se han asentado en la conciencia de los católicos? ¿Qué verdades de Fe han sido cambiadas en pos de una religión a medida? Aunque podríamos tratar muchas más, vamos a ver 7 preguntas que podemos hacernos para poner a prueba nuestra Fe, que son un buen termómetro para saber si estamos fríos, calientes o tibios, con las consecuencias que ello conlleva (Ap 3, 15-16).

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7 preguntas para poner a prueba tu fe

 

1. ¿Existe el demonio?

Sí, el demonio existe. Existe Satanás y existen todos esos demonios – incluso con nombre propio mencionado en la Biblia – que son los ángeles caídos que desobedecieron a Dios y fueron expulsados del Cielo, como nos dicen las Sagradas Escrituras en II Pedro 2, 4 y en Judas 6. Cabe recordar también que el mismo Jesús es tentado por el demonio (Mateo 4) y precisamente Jesús habla con y de los demonios en numerosos pasajes del Evangelio. Además, si el demonio no existiera, no nos habría dado Jesús la indicación y la potestad para expulsarlos, después de haber resucitado y antes de ascender al Cielo (Marcos 16, 17).

 

2. ¿Jesús cometió pecados?

No, Jesús no cometió pecados. Ya dedicamos un artículo con el título “Las Trastadas de Jesús”, en el que tratábamos extensamente este tema. Jesucristo ​​fue en todo como nosotros, menos en el pecado, como dice Hebreos 4,15. Ni pecó con mujeres, ni pecó por blasfemia, ni pecó al ser tentado por el demonio, ni cuando echó a los mercaderes del Templo, ni pecó quedándose en el Templo a los 12 años sin avisar a María y José. Si Cristo hubiera faltado o cometido algún pecado, ¿cómo podría redimirnos del pecado?

 

3. ¿María fue siempre Virgen?

Sí, María fue Virgen antes, durante y después del parto, y esto es un dogma de la Iglesia Católica. Tal y como estaba anunciado en Isaías 7, 14 “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”, así se cumplió llegado el momento: la Virgen María concibió por Obra del Espíritu Santo sin conocer varón. Como comentamos en el programa sobre la Virgen María, Ella fue concebida sin pecado original, por lo que fue preservada de los castigos derivados de ese pecado, entre ellos, parir con dolor. Si creemos en la Omnipotencia de Dios, que de forma divina puso a Jesús en el seno de la Virgen, ¿no iba a poder acaso alumbrarlo de igual divina, misteriosa y sublime manera? Sería absurdo poner limitaciones racionales o fisiológicas al Poder Supremo de Dios.

 

4. ¿Toda la Biblia es Palabra de Dios?

Sí, toda la Biblia es Palabra de Dios. El Autor de la Biblia es Dios mismo, aunque para escribirla materialmente se sirviera de hombres. Hombres, por cierto, cuya voluntad estaba unida completamente a la de Dios y que dejaron que el Espíritu Santo obrara en ellos, de la misma manera que decimos en el Credo que el Espíritu Santo “habló por los profetas”. La Biblia está libre de error (inerrancia) y no puede ser separada, como pretenden algunos al desechar el Antiguo Testamento o al despreciar las Cartas de San Pablo.

La Biblia es la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios es eterna, viva, siempre actual, sin modificarse ni acomodarse caprichosamente a las sociedades y culturas de cada época, y debe siempre ser leída e interpretada como se escribió: a la luz del Espíritu Santo, en consonancia con las Verdades Eternas reveladas. Además, la Iglesia Católica recibe de Dios y es la única que tiene la autoridad sobre la interpretación auténtica de las Sagradas Escrituras, como nos recuerda el Concilio de Trento.

 

5. ¿Judas está en el infierno?

Sí, Judas está en el infierno. No sólo rechazó todos los bienes espirituales recibidos de Jesús, sino que consciente y decididamente traicionó y entregó a Jesús para que lo mataran y se quitó la vida sin arrepentimiento, desconfiando del perdón de Dios. Ya analizamos esta cuestión en otro artículo, viendo que la condenación de Judas está explícitamente en la Biblia, en Palabras del mismo Jesús.

Muchos sacerdotes y obispos ponen en duda esta afirmación, contradiciendo la Fe de siempre y abriendo la puerta a otras ideas heréticas, como la sugerencia de que el infierno está vacío o que directamente no existe y todos se salvan. Quien así opina deja de ser católico, al contradecir directamente la Palabra de Dios.

 

6. ¿Puede comulgar un “divorciado vuelto a casar”?

No, un “divorciado vuelto a casar” no puede comulgar. El Matrimonio es indisoluble hasta la muerte de uno de los cónyuges y no queda anulado a ojos de Dios por un proceso de divorcio. Por lo tanto, quien se casa después de un divorcio – sólo puede hacerlo por lo civil – comete adulterio, como dice Jesús en Mateo 19, 3-9 y en Marcos 10, 11. El adulterio es un pecado grave y recibir la Eucaristía con ese pecado produce uno mayor, el del sacrilegio eucarístico.

Existe una gran confusión entre los fieles debido al texto de Amoris Laetitia y la posterior correspondencia a los obispos de Buenos Aires, en la que se abre la puerta a que los divorciados en nueva unión accedan a los Sacramentos. Además, casi 10 años después siguen sin haber sido respondidas las dubia que presentaron 4 cardenales consultando, más allá de este caso práctico concreto, si había un cambio de criterio e interpretación respecto a enseñanzas fundamentales de la Iglesia Católica. Se trata de un caso sumamente importante, porque genera todavía más confusión, diferentes criterios y prácticas contradictorias entre los pastores y un ataque continuo a Jesús mismo en la Eucaristía al ser recibido sacrílegamente.

 

7. ¿Se puede bendecir el pecado?

No, no se puede bendecir el pecado. Esta es la cuestión errónea y problemática más actual, causada por el texto Fiducia Supplicans, en el que se permite bendecir a parejas adúlteras y homosexuales, empleando términos como bendiciones “simples”, “espontáneas”, “breves” o “no litúrgicas”. No se puede bendecir el pecado, esto es una contradicción en sí misma, y mucho menos bendecir pecados tan abominables para Dios.

Cuando desde el mismo Vaticano se proponen, autorizan y firman documentos con este contenido, es señal de que la crisis de Fe y la confusión han alcanzado un punto de gravedad difícilmente sostenible. Ante el desmembramiento del Cuerpo Místico de Cristo, es evidente que el deber y elección segura de todo católico es escuchar y poner en práctica la enseñanza de Hebreos 13, 8: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. No os dejéis llevar de acá para allá por doctrinas abigarradas y extrañas”.

Que Dios nos ayude.