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El Dicasterio para la Doctrina de la fe encabezada por su prefecto Víctor Manuel Fernández ha publicado la nota “Reina de la Paz”, sobre lo que llaman “la experiencia espiritual vinculada a Medjugorje”.
En este documento, que ha sido recibido con disparidad de opiniones, se otorga la máxima calificación, “nihil obstat”, a los acontecimientos espirituales que llevan sucediéndose en la pequeña localidad bosnia de Medjugorje, desde el 24 de junio de 1981, autorizando las peregrinaciones y permitiendo el culto público.
Aunque en los últimos meses ya ha habido otros pronunciamientos sobre diversas apariciones marianas de distintas épocas y en lugares muy diversos, este tiene una importancia especial porque es en el que se ha podido ver la aplicación práctica de las nuevas Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales, aprobadas el 17 de mayo de 2024 y que ya analizamos en un vídeo anterior.
Nosotros no vamos a entrar a analizar si las apariciones son verdaderas o no, ese es el papel y la responsabilidad del obispo del lugar o, según las nuevas normas, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pero ya han manifestado claramente su rechazo a esclarecer la veracidad o declarar la sobrenaturalidad de los sucesos de Medjugorje.
Lo que sí vamos a hacer es explicar cómo la decisión y los criterios que han utilizado esconden una interpretación muy particular de los fenómenos sobrenaturales que va a influir y afectar negativamente, no solo a otras apariciones ya aprobadas por la Iglesia, sino también a los sucesos milagrosos que se han dado en las vidas de muchos santos, a los prodigios que se narran en las Sagradas Escrituras y, en definitiva, a la fe de muchas personas.
No es casualidad que este documento saliera el 19 de septiembre, mismo día de las apariciones de la Salette, y quizá las que más pueden incomodar a aquellos que dirigen la Iglesia actualmente. Esta no coincidencia nos hace ver un claro intento de extrapolar a todas las apariciones marianas aprobadas, una serie de sentencias que vamos a explicar a continuación. El documento no iba solo sobre Medjugorje, iba sobre el juicio que la iglesia va a hacer a partir de ahora, sobre cualquier aparición mariana, presente, pasada y, sobre todo, futura.
Para explicar todo esto vamos a ver en 7 puntos, qué otros mensajes sutiles hay detrás de la “aprobación” de Medjugorje.
1. El rechazo a declarar la sobrenaturalidad
Esto no debe sorprendernos porque ya quedó claramente expresado en las nuevas normas de discernimiento: al Dicasterio de la Doctrina de la fe no le interesa investigar si hay sobrenaturalidad en las manifestaciones; es decir, renuncia a conocer y ofrecer certeza sobre si éstas vienen de Dios o no.
Así lo afirmó rotundamente el prefecto en la rueda de prensa al decir que el caso queda cerrado y «no hace falta ir más allá hacia una declaración de sobrenaturalidad», porque hacer esto «sería como tener una varita mágica».
Con estas palabras la sombra de la duda se cierne sobre aquellas otras apariciones que sí han sido aprobadas por la Iglesia, acreditando el origen sobrenatural de los hechos investigados. ¿Tenían aquellos que las aprobaron una varita mágica para saber si eran sobrenaturales o no?
Leyendo el documento se puede percibir un miedo atroz del prefecto a lo sobrenatural. Y es la misma reacción que hemos visto en muchos eclesiásticos en la historia de la Iglesia, que, por falta de fe o exceso de racionalismo, rechazan, ocultan y combaten cualquier signo extraordinario de la presencia divina en medio del mundo. Son los que han hecho la vida imposible a tantos santos, como el Padre Pío o san José de Cupertino. Son los que han acosado y maltratado a los videntes, como en Akita o en la Salette. Son los que han tratado de manipular y tergiversar los mensajes de la Virgen, como se hizo con el Tercer secreto de Fátima; y son aquellos de los que Jesús dice en Mateo 23,34:
“Por eso, he aquí que Yo os envío profetas, sabios y escribas: a unos mataréis y crucificaréis, a otros azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra.”
Dice el documento que:
“Se debe recordar siempre que, en esta, como en otras experiencias espirituales y presuntos fenómenos sobrenaturales, se mezclan elementos positivos y edificantes con otros que deben ser ignorados, pero que no deben llevarnos a despreciar la riqueza y el bien de la propuesta de Medjugorje en su conjunto.”
Vemos aquí una extrapolación del caso de Medjugorje al resto de casos y vemos de nuevo cómo se intenta sembrar la duda sobre ellos. En primer lugar, dando por hecho que en todos los sucesos hay necesariamente “elementos que deben ser ignorados”, por no ser “positivos y edificantes”. En segundo lugar, añadiendo la palabra “presunto” delante de todo lo que suene a sobrenatural: “presuntos videntes”, “presuntos mensajes”, “presuntas apariciones”, “presuntas curaciones” y “presuntos fenómenos sobrenaturales”.
Explica el prefecto que:
«Sería imprudente presentar los mensajes como llegados del Cielo. Alguien dirá: ¿pero es posible guardar silencio sobre algo que piensas que la Virgen comunicó? Pues sí, como se hizo con los secretos de Fátima.»
Vemos aquí otra muestra de que el documento no iba solo sobre Medjugorje, sino que había una intencionalidad oculta que afecta al resto de apariciones aprobadas. En cualquier caso, lo que sí parece imprudente es despreciar de este modo los mensajes de la Virgen, igual que fue imprudente, viendo la situación actual de la Iglesia, ignorar la petición de Nuestra Madre de que el tercer secreto de Fátima se hiciera público en 1960.
2. Ya no hay apariciones, sino “experiencias espirituales”
Si quitamos lo sobrenatural, que viene de Dios, nos queda lo subjetivo, la experiencia, que viene de los hombres y que es lo que en realidad se ha aprobado en el documento sobre Medjugorje, por eso cuando la nota habla sobre las experiencias espirituales, no aparece la palabra “presuntas” por ninguna parte.
Encontramos aquí una perspectiva que cambia totalmente el sentido, la importancia y la credibilidad que los fieles pueden dar a las apariciones marianas. Ya no se pone el foco en su origen, que es deliberadamente ignorado, sino en las sensaciones y sentimientos que las personas experimentan en ese lugar, algo que es tan subjetivo que no se puede negar.
Así lo expresa el documento cuando dice que:
«Es un fenómeno popular que no tiene muy en cuenta los mensajes o las discusiones sobre los videntes, sino que lo que atrae es la Reina de la Paz, su presencia que da paz.»
¿Cómo sabemos si esa paz proviene de la Reina de la paz si no se han molestado en investigarlo?, ¿Cómo sabemos que esa paz no viene de aquel que en palabras de San Pablo “se disfraza de ángel de luz” (2 Corintios 11,14)?
Para que se entienda bien lo absurdo de este planteamiento es como si quieres comprar un cuadro que parece pintado por Goya y para asegurarte acudes a un experto en arte para que te lo confirme. Entonces el experto en arte se niega a ver el cuadro y te responde que lo importante no es si es auténtico o no sino si a ti te gusta cómo queda en el salón.
Dice la nota que:
“Para el discernimiento de los hechos relacionados con Medjugorje, fundamentalmente tomamos en consideración la existencia de frutos claramente verificados y el análisis de los presuntos mensajes marianos.”
Valorar los frutos sin tener en cuenta su origen en un sinsentido. De hecho, el texto da a entender que los frutos han aparecido casi de forma espontánea “en medio” de la experiencia espiritual y “separados de la experiencia de los presuntos videntes”.
Dice el Señor en Mateo 7,20 que “por sus frutos los conoceréis” y esto quiere decir que los frutos deben ser un medio para el conocimiento de la verdad de las cosas y de las personas. Si nos quedamos solo con los frutos estaremos mirando como tontos el dedo y no la luna que está señalando.
3. La ambigüedad de la expresión “experiencia espiritual”
Aparte de lo que hemos apuntado sobre la subjetividad de definir las apariciones como experiencias, reducirlas a “fenómenos populares” es equipararlas con cualquier vivencia más o menos intensa en la que se obtiene cierta satisfacción o bienestar.
Así podríamos calificar como “experiencia espiritual” lo que sentimos al leer la vida de un santo, participar en unas convivencias o hacer un voluntariado en la India. Si nos hace sentir bien y se da en un contexto más o menos religioso, ya tendríamos nuestra “experiencia espiritual”.
Pero si lo consideramos en un sentido más amplio, incluso se podrían dar también “experiencias espirituales” fuera del ámbito católico. Serían experiencias espirituales visitar un templo budista, manifestarse por los derechos humanos, apuntarse a clases de yoga o participar en un encuentro con judíos y musulmanes.
Esta ambigüedad de la propia expresión refuerza el sentido de que el origen somos nosotros y nuestros sentimientos y va a evitar que busquemos el auténtico origen que es Dios. Así lo vemos también en muchas propuestas de espiritualidad actuales (cursos, movimientos y retiros) que producen grandes explosiones de sentimentalismo, pero que muchas veces no tienen raíces más profundas en las que arraigar la fe de los participantes.
Además, basar la vida espiritual únicamente en las experiencias y sensaciones “positivas y edificantes” que un hecho me transmite, convierte la fe únicamente en un cúmulo de consolaciones, evitando cualquier desolación. Y una fe que no contempla la posibilidad de la cruz, no es una fe verdadera.
4. La manipulación de los mensajes y el descrédito de los santos
Dijo el prefecto en la rueda de prensa:
«No estamos seguros de que sean mensajes de la Virgen (…) y los acogemos solo como textos edificantes que pueden estimular una bella experiencia espiritual».
Estas palabras que podrían ser un criterio prudencial son en realidad una excusa para cuestionar y rechazar aquellos mensajes que no le gustan al prefecto, o que en sus palabras no son “positivos y edificantes”.
Esto queda patente cuando afirma en el documento:
«Algunos pocos mensajes se alejan de estos contenidos positivos y edificantes e incluso parece que llegan a contradecirlos. Es conveniente estar atentos para que estos pocos elementos confusos no oscurezcan la belleza del conjunto.”
Si llevamos este criterio al resto de mensajes dados por la Virgen por todo el mundo y aprobados por la Iglesia, serían muy pocos los que pasarían el filtro del prefecto.
¿Es positivo y edificante un mensaje que diga que “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”, como en la Salette? ¿O que “fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles”, como en Akita?
Además, para reforzar su opinión, que es “la interpretación correcta de los mensajes” el prefecto cita uno del 15 de diciembre de 1983 que incluye esta frase: “Los que hacen predicciones catastróficas son falsos profetas.” Este mensaje no fue dicho ni por la Santísima Virgen, ni por ninguno de los seis videntes principales.
En cambio, dice San Pablo (1 Tesalonicenses 1,3) que los falsos profetas son precisamente “los que anuncian paz y seguridad” y dicen lo que la gente quiere oír, ocultándoles la Verdad.
Para ver un ejemplo más de cómo el texto trasciende al ámbito de Medjugorje y pretende influir en otros aspectos de la vida de fe, el prefecto hizo unas declaraciones, sin venir a cuento, en las que puso en duda la catolicidad de los escritos de varios santos místicos, como San Juan de la Cruz, Santa Catalina de Siena y Santa Teresa de Lisieux. Llegó incluso a acusar a la doctora de la Iglesia de luteranismo.
Si no nos podemos fiar de los textos y de las experiencias místicas de los Santos, ¿qué credibilidad pueden tener entonces los “presuntos” mensajes y señales de la Virgen? Cuando no se cree en la acción sobrenatural de Dios, cuando no se cree que la Virgen realmente se aparece en el mundo, entonces todo puede ser cuestionado, como veremos más adelante.
Culmina el prefecto diciendo:
«Si yo digo que estos mensajes son sobrenaturales, querría decir que son más importantes que los escritos de Santa Teresa de Jesús».
Efectivamente, por eso es imprescindible que la Iglesia se pronuncie sobre la sobrenaturalidad de las apariciones y no hacerlo es un grave pecado de omisión, porque en caso de demostrarse verdaderas, estaría privando a los fieles de una gran fuente de gracias y estarían actuando en contra de la voluntad de Dios. Hay ejemplos de sobra en las Sagradas Escrituras de las consecuencias que sufren aquellos que persiguen a los profetas e ignoran sus mensajes.
5. El menosprecio a los videntes
Quiero recordar en este punto que no pretendemos valorar la veracidad de las apariciones o hacer un juicio sobre los videntes de Medjugorje, porque es la Iglesia quien tiene el deber y la responsabilidad de hacerlo.
Pero en la forma en la que el documento del Dicasterio habla sobre los videntes, sin haber determinado si son auténticos o son un fraude, se ve de nuevo cómo hay una intención de generar un sentimiento de animadversión que podría extrapolarse fácilmente a cualquier vidente de cualquier otra aparición mariana.
Comienza la nota explicando que las conclusiones «no implican un juicio sobre la vida moral de los supuestos videntes» y continúa desvinculándolos de los frutos positivos que «se producen sobre todo en el contexto de la peregrinación a los lugares de los acontecimientos originales, más que durante los encuentros con los «videntes» para asistir a las supuestas apariciones».
Para el prefecto, los videntes «ya no deben ser percibidos como mediadores centrales del “fenómeno Medjugorje”, y en la rueda de prensa, el prefecto llega incluso a afirmar que la relación con los supuestos videntes es «no aconsejable».
¿Por qué ese desprecio a personas que pueden haber sido escogidas por Dios para entregar Sus mensajes a la humanidad, si reconoció que ni siquiera se habían entrevistado con ellos? Quizá porque los profetas son los que mejor pueden interpretar el sentido de los mensajes que han recibido y excluyéndolos de la ecuación es más fácil apropiarse de ellos y filtrar cuáles nos interesan y cuáles es mejor ocultar.
Esto se verifica, cuando todo lo que no le gusta de los mensajes, se atribuye a los humanos sentimientos de los videntes:
“Esta exhortación, tan repetida, procede probablemente del amor y del generoso fervor de los presuntos videntes que con buena voluntad temían que las llamadas de la Madre a la conversión y a la paz fuesen ignoradas.”
“Esas reiteradas exhortaciones dirigidas a los parroquianos son una comprensible expresión del intenso amor de los presuntos videntes por su comunidad parroquial.”
“Aunque los mensajes de este tipo no son frecuentes en Medjugorje, encontramos algunos que se explican únicamente a partir de los deseos de los presuntos videntes.”
Sirvan estos tres ejemplos como muestra de lo que queremos explicar. Para el prefecto el profeta es un obstáculo que distorsiona y daña la pureza de los mensajes y por eso no hay tenerlos muy en cuenta:
«Estos mensajes no son un dictado, la persona escucha y se esfuerza por recordarlo y expresarlo, no se debe leer como un texto de magisterio o catecismo y buscar su mensaje profundo tras la imperfección de las palabras.”
Estas afirmaciones son una crítica a la figura del profeta, que ya vimos en el programa 3 del podcast, que no solo es elegido sino también capacitado por Dios para transmitir su mensaje y cumplir su misión con fidelidad. Poner esto en duda es cuestionar directamente la acción de Dios y como hemos dicho hay sobrados ejemplos de ello en el Antiguo Testamento. El rechazo a los profetas sucede siempre especialmente entre aquellos que son directamente interpelados por sus mensajes.
6. El juicio que se hace sobre la Virgen María
El 21 de noviembre de 1964, al concluir la Tercera Sesión del Concilio Vaticano II, Pablo VI declaró a la Virgen «Madre de la Iglesia», siguiendo una tradición en la Iglesia que se remonta a los primeros cristianos. Pero este título parece molestar al prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe, que debe sentirse más cómodo pensando que Nuestra Madre es más bien una “Hija de la Iglesia”, o una discípula que debe someterse a la jerarquía. Retrata a una Virgen con errores, a la que hay que corregir.
Veamos algunos ejemplos del documento:
«En algunos casos, la Virgen parece mostrar alguna irritación porque no se han seguido algunas de sus indicaciones; advierte así de señales amenazadoras y sobre la posibilidad de no aparecer más, aunque después los mensajes continúan sin cesar.»
O también:
“la Virgen parece desear un control sobre detalles del camino espiritual y pastoral —peticiones de días de ayuno o indicaciones de compromisos específicos para los diferentes tiempos litúrgicos—, dando así la impresión de querer sustituir a los organismos ordinarios de participación.”
Otro más:
“Pero los mensajes de la Virgen no pueden sustituir ordinariamente el lugar del párroco, del consejo pastoral o del trabajo sinodal de la comunidad sobre las decisiones que son objeto del discernimiento comunitario, gracias al cual la parroquia madura en la prudencia, la escucha fraterna, el respeto de los otros y el diálogo.«
Con estas palabras, el prefecto parece querer limitar los temas y los ámbitos sobre los que la Santísima Virgen puede pronunciarse en sus mensajes. Insinuar que la Virgen se irrita o que es una controladora, muestra muy poco amor y muy poco respeto hacia Ella. Vemos también cómo considera que la Virgen puede ser un obstáculo para la implantación de la sinodalidad, ya que se pone nervioso si algún mensaje interfiere en los procesos ordinarios de participación comunitaria. Estos son los mensajes problemáticos que hay que rechazar, porque en su opinión la Virgen no puede estar en contra de la sinodalidad y cualquier mensaje o aparición que vaya en esa línea será automáticamente rechazado.
Tenemos otro ejemplo: “Esta insistencia se convierte aún más problemática cuando los mensajes se refieren a peticiones de improbable origen sobrenatural, como cuando la Virgen imparte órdenes sobre fechas, lugares, aspectos prácticos, y toma decisiones sobre cuestiones ordinarias”.
Ahora la Virgen es también una mandona que quiere ordenar lo que tenemos que hacer y eso el prefecto no lo puede permitir. Si la Virgen anuncia algo indicando una fecha, un lugar o pide que se haga algo, entonces esa petición es de “improbable origen sobrenatural” para el prefecto.
Con este criterio, todas las apariciones marianas de la historia, incluso las ya aprobadas, serían falsas, porque la Virgen siempre ha dado instrucciones muy precisas, concretas y claras, sobre las cosas que iban a pasar y sobre qué había que hacer para evitarlas.
Todas las devociones marianas inspiradas, como el Santo Rosario, los 5 primeros sábados de mes o las promesas del escapulario, serían también falsas, porque según el prefecto la Virgen no puede inmiscuirse en el camino pastoral y espiritual marcado por los consejos sinodales.
7. Conclusión
A la luz de lo explicado hasta ahora parece evidente que el prefecto no cree en las apariciones, pero trata de utilizarlas para atacar la fe de los fieles que sí creen en ellas.
Y digo esto, porque con los ejemplos que hemos puesto queda bastante claro el rechazo que el prefecto tiene hacia todo lo sobrenatural. No solo en las apariciones marianas o en los dones místicos de los santos, sino que esta sombra pretende extenderla también a los pasajes sobrenaturales que recogen las Sagradas Escrituras. Si esta afirmación te parece exagerada o increíble, esta impresión queda confirmada escuchando las palabras del prefecto:
«¿Cuánto viene de Dios y cuanto de otras fuentes, deseos, cultura, etc…? También pasa en la Biblia, hay que discernir lo que es cultura y lo que es el mensaje divino»
Queda desvelada la meta última del prefecto: hacernos creer que no toda la Biblia es Palabra de Dios, sino que hay pasajes que hay interpretar a la luz de la cultura de la época. Esta perspectiva que es contraria a lo que la Iglesia ha enseñado siempre, nos obliga a hacernos varias preguntas:
Si, según el prefecto, hay que ver las palabras de Cristo en su contexto cultural, ¿cómo no hacer lo mismo con las palabras de la Virgen que ni siquiera son Revelación divina en sentido estricto?
Si los sucesos de Medjugorje que son actuales, recientes y cotidianos no pueden ser evaluados en su sobrenaturalidad, ¿cómo podemos estar seguros de que los criterios utilizados anteriores son buenos y siguen siendo válidos hoy en día?
La gravedad de este documento es que es un primer paso hacia la desacreditación de todas las manifestaciones sobrenaturales y mariofanías reconocidas por la Iglesia.
Este documento ofrece una nueva línea de interpretación de los mensajes que advertían sobre los tiempos que vivimos y los que están por llegar. Si a partir de ahora los mensajes no les gustan o si se empiezan a cumplir profecías “negativas y poco edificantes” de hace cientos de años, podrán más fácilmente desacreditarlas y atribuirlas a los deseos y fantasías de los “presuntos” videntes”, a unos santos confundidos por la cultura de su época o a una interpretación no sinodal de las palabras de Cristo en el Evangelio.
Este documento es un ataque velado a la fe de los fieles y forma parte de un plan que se está ejecutado en diez pasos:
- Negar la importancia del origen sobrenatural de los sucesos.
- Limitar lo que la Santísima Virgen puede hacer o decir.
- Desacreditar a los profetas que han recibido los mensajes.
- Convertir el suceso en una experiencia humana en vez de ser una acción directa de la voluntad de Dios.
- Poner el foco en los frutos y en los mensajes que no perjudican al plan.
- Revisar con el mismo criterio los mensajes de otras apariciones aprobadas en el pasado, rechazando lo que resulta “problemático”.
- Cuestionar otras experiencias místicas y acciones sobrenaturales vividas por los santos y los criterios que se utilizaron para aprobarlos.
- Extender esta duda a todos los sucesos milagrosos y sobrenaturales que aparecen en la Biblia, por haber sido interpretados según la cultura de la época.
- Quitando la sobrenaturalidad de la fe, todas las religiones son iguales y todos tenemos el mismo Dios.
- Como resultado, se ataca la fe de los fieles.
Desvelado el plan, al final la única pregunta importante sigue en el aire: ¿Vienen de Dios o no vienen de Dios? Y esa es una pregunta que se niegan a intentar responder porque entonces no podrían cumplir su objetivo.
Por lo tanto, se confirma el intento de controlar cualquier manifestación sobrenatural que pueda suceder en el futuro y el intento, por lo tanto, de silenciar a la Santísima Virgen María.
Pero sabemos por la fe, que si estos callan, gritarán las piedras, y si el hombre desoye y obstruye los avisos de Dios, Él se manifestará de una forma que ya nadie podrá ocultar. Entonces se cumplirá la más importante y esperanzadora de las profecías anunciadas por la Santísima Virgen: “Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”.
*Bendito sea Dios en sus Santos y en sus Ángeles, que en estos difíciles tiempos, hay Laicos y Consagrados que siguen anunciando la «verdad,» sobre la «tergiversación» de los Mensajes de Santos y de las Apariciones Marianas. Dios nos dio discernimiento para encontrar la «verdad» sobre la «mentira».* _*Cuanto más ¡amenazada! sea «nuestra Fe» en Dios, y devoción a María Santísima, tanto más crece.*_