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En el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
El acontecimiento más importante que ha vivido la historia de la humanidad hasta el día de hoy es el Nacimiento de Jesús, Verbo Encarnado y Segunda Persona de la Santísima Trinidad, verdadero Dios y verdadero Hombre, que nació de la Virgen María, Madre de Dios; y vino al mundo para redimirnos del pecado muriendo en la Cruz y resucitando de entre los muertos para pagar con Su Sangre el precio de la Salvación y re-abrir las puertas del Paraíso a los hombres.
Desde La Iglesia que ilumina hemos compuesto y publicado una canción de Navidad, “La Última Navidad”, y vamos a usarla en este vídeo para analizar brevemente el paralelismo que existe entre la Primera Venida de Jesús hace 2000 años y la Segunda Venida, que esperamos y sentimos inminente, a la luz de las Sagradas Escrituras y los signos de los tiempos que son cada vez más patentes en la actualidad.
Si todavía no has escuchado la canción, te invitamos a escucharla antes de seguir con este vídeo.
En el vídeo de La Última Navidad, vemos cómo las velas, que simbolizan la verdadera Fe, no resisten el viento y se van apagando hasta quedar solamente una: la Fe nunca se extingue por completo. Y es que el Señor dijo que “las puertas del abismo no prevalecerán” sobre la Iglesia (Mt 16, 18), y aunque también el Señor se pregunta si “cuando vuelva hallará por ventura la Fe sobre la Tierra” (Lc 18, 8), sabemos que siempre quedará un resto fiel aguardando con las lámparas encendidas su regreso (Mt 25). Por eso vemos en el vídeo cómo el fuego, que es el Espíritu Santo que desciende y se derrama como Llama, enciende la luz de la Verdad en las almas, prendiendo de nuevo las velas hasta iluminar el mundo entero, que recibe entonces al Señor en Su Segunda Venida.
Esto, que se muestra de forma sencilla en el vídeo, adquiere más profundidad en la letra de la canción, que va trazando un paralelismo entre la Primera y la Segunda Venida de Jesús, entre los tiempos que precedieron y acompañaron Su Nacimiento y los tiempos que anticipan su Segunda Venida. Como veremos a continuación, siempre se empieza con una estrofa que habla del pasado, y le sigue una estrofa que muestra el mismo concepto en la actualidad.
Significado de la letra
Hoy hace frío en Belén
El Niño ya viene a nacer
Solo hay piedras dentro del corazón
Y no hay lugar para Él
El relato del Evangelio nos cuenta cómo, llegado el momento del Nacimiento de Jesús, “no había lugar para ellos en la hostería” (Lc 2, 7). Lo que quiere decir el Evangelista es que nadie quiso acoger a María y a José, y al Niño Dios con ellos, y tuvieron que refugiarse en un establo. Sorprende que la tradicional hospitalidad judía y el mandato divino de acoger al extranjero y peregrino (Dt 10, 18-19) que vemos en tantos pasajes de la Sagrada Escritura, no fueran tenidos en cuenta en aquel día. También nosotros corremos el riesgo de no acoger a Jesús en nuestro corazón, es decir, no arrancar de nosotros nuestros vicios, no abandonar nuestra vida de pecado, no acoger Su Palabra y no querer seguir Su Voluntad. Por eso, hemos de pedir al Señor que “quite de nuestra carne el corazón de piedra y nos dé un corazón de carne”, como en Ezequiel 11, 19.
Hoy se ha apagado la fe
Tierra que no mana miel
Y no sube al cielo ya la oración
No sé si escuchas Yahvé
Esa misma frialdad de los habitantes de Belén nos rodea hoy en día en la sociedad, una sociedad que ha perdido la fe y no sigue las enseñanzas del Evangelio y, por lo tanto, es un árbol que no da fruto y será cortado y echado al fuego (Mt 7, 19). También se ha apagado la fe en la Iglesia Católica, la verdadera Iglesia de Cristo que debería ser luz del mundo y sal de la tierra, pero se deja llevar por los enemigos del alma y contradice de diversas maneras directa y frontalmente la Palabra de Dios y la Doctrina Revelada. Ejemplo de esto son, como hemos visto en diferentes programas y vídeos de nuestro canal, las encíclicas y exhortaciones que rompen con el Magisterio Verdadero abriendo la puerta al pecado y la profanación, el proceso y desarrollo viciado del sínodo de la sinodalidad, que busca fundar una nueva iglesia, y el silencio, indiferencia o complicidad de los pastores que deberían conservar el Depósito de la Fe. Todo esto son verdaderos signos de los tiempos que vivimos y, ante esta situación, a los que queremos permanecer fieles a la Palabra de Dios y a la Sana Doctrina, nos puede parecer, recordando a Cristo en la Cruz, que Dios no escucha nuestra oración (Mt 27, 46).
Dime Señor si Tú vienes ya
Sé que estás cerca no puedes tardar
Siento que esta podría ser
La Última Navidad
Pero sabemos que Cristo ha de volver, como prometió y como anunciaron los ángeles tras Su Ascensión. Además, los signos de los tiempos nos dicen que no tardará, porque la situación actual del mundo y de la Iglesia no se sostiene por mucho tiempo hasta que Dios Padre entone el “Basta” y frene la precipitación continua de almas en el abismo. Por eso, en actitud de vela, aunque no sepamos el día ni la hora, a la luz de los signos de los tiempos no sería extraño suponer que ésta pudiera ser la última Navidad.
Los grandes ya no quieren ver
Se aferran al vano poder
Y no entienden que Tú nos traes Amor
Y desde siempre eres Rey
Volvemos a los tiempos de la Primera Venida. Nos cuenta el Evangelio de Mateo que con la llegada de los Magos que preguntaron dónde había nacido el Rey de los Judíos, el Rey Herodes “se turbó”. Entonces preguntó a los sacerdotes y escribas para informarse sobre dónde tenía que nacer el Mesías, y falsamente finge querer adorarlo, cuando en realidad su propósito era matarlo. Y es que el pueblo judío, hasta el día de hoy, nunca ha sabido entender que el Reino de Dios instaurado por el Mesías prometido es universal y espiritual, sin limitarse a un mandato político que devolviera y multiplicara mediante la fuerza el esplendor de los reinados de David o Salomón. Por eso Herodes teme que ese pequeño Niño le quite su mísero, temporal y pasajero poder, y realiza la matanza más abominable de la Historia por ser un intento de matar al Hijo de Dios. Vemos aquí también que la Primera Venida de Jesús era algo esperado por los judíos, y era el tiempo designado para ello, pues conocían las Escrituras y las señales de este acontecimiento.
Como en tiempos de Noé
Profetas que ya nadie cree
Y el diluvio vence a toda razón
Se pierden almas con él
El capítulo 24 del Evangelio de Mateo es una lectura fundamental, el denominado discurso escatológico de Jesús, y que hemos tratado ampliamente en dos capítulos de nuestro podcast. En este discurso, el Señor habla de los tiempos de Noé, relacionándolos con la Parusía, con la Segunda Venida de Jesús. Hoy en día vivimos la misma situación que describe el Señor: “comían bebían, tomaban en matrimonio y daban en matrimonio”, es decir, la gente vive como si no ocurriera nada especial, como si los signos de los tiempos no se vieran y no hubiera que preocuparse de estos temas, “porque no sabemos ni el día ni la hora”. Y a pesar de que nos dice el Génesis que Noé estuvo 100 años construyendo el arca, signo y recordatorio visible del anuncio del diluvio, la gente solamente se dio cuenta cuando vino el diluvio y se los llevó a todos. Hoy en día, las voces que denuncian la situación de la Iglesia, la infiltración de sus enemigos hasta los lugares más altos y la predicación de una doctrina contraria al Evangelio que hemos recibido, son ignoradas, silenciadas y atacadas. Esta situación es grave, porque las almas son llevadas por el camino de la perdición, como nos dice la Virgen María en sus apariciones.
Y el refugio y arca es Tu Corazón
Camino que lleva a Él
Ante esta situación, el arca en la que debemos entrar es el Inmaculado Corazón de María, como nos dijo en sus apariciones en Fátima: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.”
Tú prometiste no abandonar
A quien espera en tu Bondad
Espero en Ti si acaso esta es
La Última Navidad
En numerosos pasajes de la Sagrada Escritura se muestra esa confianza en Dios que hace no desesperar. Por ejemplo, el salmo 129 reza: “Espero en Yahvé, mi alma confía en su palabra. Aguardando está mi alma al Señor, más que los centinelas el alba.” Esa es la esperanza que debemos profesar, junto con la Fe firme y la Caridad ardiente, para hacer frente y perseverar en los tiempos difíciles de la Gran Tribulación.
La estrella se muestra al que es fiel
Anuncia al Rey de Israel
Y los Sabios buscan al Salvador
Y ven colmada su Fe
Nos cuenta el Evangelio que la estrella que habían visto los magos en oriente, la estrella que anuncia el nacimiento del Rey de los Judíos, dejaron de verla al llegar a Jerusalén, ya que al ponerse en camino desde allí hacia Belén “al ver de nuevo la estrella experimentaron un gozo muy grande. Su grande fe, que les hizo ponerse en camino desde tierras tan lejanas, fue premiada por el Señor, que les mostró el lugar donde había nacido, y así los Sabios pudieron adorarLo. La estrella desvela la Verdad, que es Cristo mismo, y en estos tiempos que vivimos, quien se pone en camino y busca la Verdad, la encuentra. Ponerse en camino hoy en día es estudiar las Sagradas Escrituras, conocer el Magisterio de la Iglesia y confrontar la Verdad Revelada que conocemos con lo que dicen, enseñan y promulgan aquellos que deberían guiar a los fieles. Si somos valientes para defender la verdadera doctrina incluso a costa de perder bienes materiales o personales, el Señor premiará nuestra Fe y nos dará tanto el Reino de Dios y Su Justicia, como la añadidura.
Los signos del tiempo se ven
Quien lea que sepa entender
Se introdujo ya la abominación
Que nos predijo Daniel
Es esta la parte crucial de la canción, la referencia más clara al tiempo presente. De nuevo existe aquí una alusión al discurso escatológico de Jesús, en el que Él mismo nos remite al libro de Daniel para entender los signos de los tiempos y saber que ha llegado el tiempo. Nos dice el Evangelio de Mateo, capítulo 24 versículo 15: “Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo —el que lee, entiéndalo”. Y ¿cuál es esa abominación de la desolación que la canción dice que ya ha sido introducida? Sobre esto hemos hablado ampliamente en el capítulo 12 del podcast, pero vamos a hacer una aproximación. En las Sagradas Escrituras existen muchas profecías o sucesos que, desde que son anunciados, se van cumpliendo de manera parcial o total en diferentes momentos de la historia, y pueden seguir dándose hasta su cumplimiento total. Es el caso de la abominación de la desolación, que se dio de forma más clara con Antíoco Epífanes en tiempos de Macabeos o con la introducción y adoración de insignias de los dioses romanos en el Templo antes de la destrucción de Jerusalén. Pero también se dio durante toda la historia con la continua idolatría del Pueblo de Israel, y se ha seguido dando desde aquellos tiempos hasta nuestra época, como con la entronización de la diosa razón en Notre Dame durante la revolución francesa. Y hoy en día se introduce la abominación de la desolación cada vez que se usan las iglesias para llevar a cabo actos profanos y cuando se permite que otras religiones celebren sus ritos en templos católicos, y de forma más evidente se introdujo la abominación de la desolación en 2019 cuando se realizó el rito de adoración a la Pachamama en el Vaticano y la imagen de esa deidad fue llevada en procesión hasta dentro de la Basílica de San Pedro. Además, sabemos que somos Templo del Espíritu Santo, como nos dice la primera carta a los Corintios, capítulo 6, versículo 19. Por lo tanto, también es introducir la abominación de la desolación en el lugar santo el hecho de acoger y profesar las falsas doctrinas que contradicen la Palabra de Dios y el Magisterio Verdadero, como las que propone la iglesia sinodal y los pastores y fieles adheridos a ella activa o pasivamente.
Huye y no vuelvas la vista atrás
Abre los ojos a la Verdad
Se acaba el tiempo y podría ser
La Última Navidad
Seguidamente en el Evangelio de Mateo el mismo Jesús nos dice lo que tenemos que hacer cuando veamos la abominación de la desolación en el lugar santo: huir. Huir, cuando nos lo pide el mismo Jesús es precisamente seguir el plan de Dios. Huir significa dejar todo, sin volver la vista atrás para no convertirnos en estatuas de sal como la mujer de Lot, porque, como nos dice el Señor, “Ninguno que pone mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lc 9, 62). Cuando el Señor nos manda huir, nos manda hacerlo sin demora, porque el tiempo que se nos da es corto. Y huir es, en estos tiempos, salir de los lugares, tanto físicos como espirituales, en los que ya no está Dios, porque no se predica Su Palabra, no se siguen Sus Mandatos y se Le ha expulsado de Sus Templos. La huida es un tema fundamental en el lenguaje escatológico, y también a ella dedicamos un capítulo de nuestro podcast, el número 11, que os invitamos a escuchar.
Pastores al raso en Belén
Son almas que buscan el bien
Y los Coros cantan el Gloria a Dios
Hosanna al Emmanuel
Los pastores fueron los primeros adoradores del Mesías, avisados por el Ángel como nos cuenta el Evangelio de Lucas. Cuánto sufrirían estos pastores cuando todo el pueblo se les pusiera en contra como culpables de la matanza de Herodes… Y con qué fe y perseverancia permanecieron fieles durante los 30 años de vida oculta de Jesús, hasta que pudieron encontrar a ese Niño que adoraron y hacerse sus discípulos. Verdaderamente el Reino de los Cielos es de los pobres en el espíritu, de los que lloran y de los perseguidos por causa de la Justicia, que junto al coro angélico cantan con sus vidas el Hosanna al Dios con nosotros.
Los ángeles siegan la mies
Trompetas tocan por doquier
Ya se acerca nuestra liberación
Alzad el rostro hacia Él
Y los fieles gritan a una voz
Amén, Amén, Amén
Llegados a este punto, ponemos la mirada en el futuro, pero en un futuro que sentimos cercano, y que a su vez está fuera del tiempo. Porque con la Primera Venida de Jesús y con Su Muerte en la Cruz y Resurrección, la batalla está ganada y el Triunfo del Señor asegurado, aunque los hombres, que vivimos sometidos al tiempo, esperamos que se dé cumplimiento al final de los tiempos. Ahora las referencias son del libro del Apocalipsis, con la siega de la mies y la uva del capítulo 14, que nos recuerda a la separación del trigo y la cizaña (los buenos y los malos) a la que se refiere Jesús en el Evangelio. Las trompetas son mencionadas en el Apocalipsis en los capítulos del 8 al 11, y su toque va desencadenando los sucesos que aproximan el Triunfo Final. Y cuando ocurren todas esas cosas, el Señor nos da una indicación en Lucas 21, 28: “Más cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca.” Finalmente, el “Amén” es el que entonan los ángeles ante la aclamación de la muchedumbre incontable del capítulo 7 del Apocalipsis.
Gloria al Señor en Su Majestad
Paz al que cumpla Su Voluntad
No temo si esta llegara a ser
La Última Navidad
Este es el canto de la multitud de ángeles que escucharon los pastores y que nos cuenta el Evangelio de Lucas capítulo 2, versículo 14. Este canto, amplificado, es la aclamación que hemos mencionado, de la muchedumbre de redimidos en Apocalipsis 7.
Cayó la infame Babel
Triunfó la Radiante Mujer
Y desciende Esposa de Su Señor
La nueva Jerusalén
Vemos aquí el momento culminante, que corresponde a diferentes pasajes del Apocalipsis: La caída de Babilonia en Apocalipsis 14, 8, la mujer vestida de sol del capítulo 12 y la nueva Jerusalén que desciende, mencionada en la carta a Filadelfia del capítulo 3 y más ampliamente en el capítulo 21 como la Esposa del Cordero, la ciudad sin Templo, porque su Templo es el Señor y el Cordero, la ciudad en la que solo entran los que están escritos en el libro de vida del Cordero.
Cristo venció la batalla final
Es el Cordero que libra del mal
Y eternamente celebrará
La Última Navidad
Finalmente, esperamos el Triunfo definitivo del Cordero, esperamos ser contados entre la muchedumbre incontable, esperamos que los enemigos del Señor sean precipitados al abismo; esperamos, tras la Primera Venida, la Segunda Venida en Gloria y Majestad, la Segunda y Última Navidad que no tendrá fin. El tiempo está cerca y el Señor nos dice:
“He aquí que vengo presto, y mi galardón viene conmigo para recompensar a cada uno según su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin.”
Gracias por iluminar entre tanta oscuridad y confusión. ¡Que El Señor de La Luz, de La Paz con Justicia, de…
*Bendito sea Dios en sus Santos y en sus Ángeles, que en estos difíciles tiempos, hay Laicos y Consagrados que…