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En las últimas semanas he escuchado de gente que piensa que Jesús pecó, que cometió errores, que hizo alguna que otra gamberrada… y para sostener estas opiniones se basan en el capítulo 2, versículos 41-52 del Evangelio de San Lucas, es decir, cuando el niño Jesús se queda en el Templo disputando con los rabíes, mientras sus padres se pasan 3 días angustiados buscándole.
Oír estas cosas a mí me sorprendió mucho. ¿Cómo es posible que gente, que se dice católica, y que además tiene buena formación pueda pensar estas cosas? Luego, pensándolo un poco más llegué a la conclusión de que, como está la Iglesia, no es tan raro, pues si desde la jerarquía dicen que “Jesús cometió una trastada” refiriéndose a este episodio, o que Jesús, el Maestro, fue aleccionado por una pagana, los fieles están condenados a beber la falsedad, porque confían en sus superiores.
Como dice el Señor a través del profeta Ezequiel (Ezequiel 34, 18-19): “¿No os basta con comeros los mejores pastos, sino que tenéis que pisotear el que queda? Bebéis el agua clara, y enturbiáis el resto con las patas. Mis ovejas tienen que comer los pastos que vosotras habéis pisoteado y beber el agua que habéis enturbiado”. Es lo que hacen los malos pastores, de los que hay que huir: ellos conocen la doctrina verdadera, pero la ensucian con sus ideas y la deforman, para que los fieles sean envenenados por esa doctrina adulterada.
Jesucristo es verdadero Hombre y también es verdadero Dios. Sin embargo, por ser Dios, su humanidad es perfecta, es decir, Jesucristo es en todo como nosotros menos en el pecado (Hebreos 4, 15). Ya hemos hablado de la serie The Chosen, que presenta a un Jesús tan humano, tan humano, tan humano, que hasta se equivoca. Y, claro está, todos los hombres nos equivocamos, pero el error viene del pecado, pues Dios creó al primer hombre perfecto, tanto física, mental y espiritualmente. Ahora bien, Jesucristo, que es Dios y Hombre sin pecado, ¿podía equivocarse o errar en alguna manera, incluso en la más mínima? Afirmar esto supondría creer que el pecado tenía poder sobre Él y eso es una herejía de las gordas. Si pensamos en las consecuencias de esta afirmación, encontraríamos que Jesús, al hacer “una trastada”, habría pecado contra Dios, pues habría desobedecido a sus padres, faltando al cuarto mandamiento.
Si Cristo hubiera pecado, no podría ser el Redentor, pues ¿cómo nos va a librar del pecado alguien que es pecador? Si Cristo no es el Redentor, no hemos sido librados del pecado original, pues el bautismo que hemos recibido no significaría nada, y hoy en día, no podrían los santos entrar aún en el Cielo y, posiblemente, no podrían nunca. Si Cristo pecó ya no sería Dios, sino sería un demonio peor que Satanás y, además, esclavo de Satanás, ya que, si un ángel por pecar se convirtió en demonio, ¿en qué se convertiría el Hijo de Dios? Adicionalmente, estaría sujeto al demonio, porque habría sido éste quién le habría tentado y vencido. Si Cristo hubiera pecado, tendríamos que asumir también que la Virgen María pecó, porque una criatura no puede ser más santa que Dios, su creador. Y así podríamos seguir con muchas más consecuencias. Entonces, ¿qué religión estamos siguiendo? ¿En qué creemos exactamente? Esto es como un castillo de naipes: si derribas una carta de la base, todo el edificio se cae. El creer que Jesús como hombre no es y fue perfecto, hace que todo aquello en lo que creemos sea mentira y, como dice San Pablo (1 Corintios 15): “vana es nuestra fe” y “somos los más desgraciados”.
San Lucas en su Evangelio nos da una pista por la que Jesús, en el pasaje del Templo, no pecó. Dicha pista la encontramos en el versículo 49, cuando Jesús contesta a su Madre: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?”. En esta respuesta vemos que Jesús no comete ningún error quedándose 3 días en el Templo, pues para pecar hay que ofender a Dios. Si Dios no es ofendido, aunque los hombres se ofendan, no pecamos, pues el pecado es solamente contra Dios.
Por poner un ejemplo: si yo pego un puñetazo a una persona sin razón alguna o por odio, estaría pecando, pues estaría faltando contra la caridad, que es Dios, en una criatura suya. Sin embargo, si pego un puñetazo a una persona que quiere maltratar a otra y, con este gesto, la defiendo y la pongo a salvo, no estaría pecando, porque sería un acto de amor, en contra de una acción injusta, para proteger al inocente. En el caso que nos atañe, si Jesús estaba haciendo la voluntad de su Padre quedándose en Jerusalén, no pecó, ni cometió ningún error, ni ninguna trastada, porque siempre hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5, 9).
Alejémonos de todas aquellas personas y cosas que nos quieren alejar del verdadero Cristo, de la auténtica doctrina católica. Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre, pero un Hombre perfecto, sin taras corporales, mentales ni espirituales. Es la Sabiduría. Incluso en el momento donde su divinidad se esconde y su humanidad es más patente que nunca, en el Calvario, sus hechos y palabras fueron perfectos. No solamente fueron perfectos en cuanto a que no se equivocó, sino que fueron también perfectos en la caridad, por lo tanto, no tuvo en ningún momento ni pecado, ni siquiera falta.
Puede que haya pasajes del Evangelio que no entendamos, pero no podemos interpretarlos con nuestra ciencia o experiencias manchadas por el pecado, sino que debemos pedir la luz del Espíritu Santo, para que nos explique su verdadero significado. “Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho”, dice Jesús en Juan 14, 26. No nos dejemos arrastrar por los anticristos, como dice San Juan en su primera carta, capítulo 2, versículo 22: “¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo que niega al Padre y al Hijo.”
Gracias por iluminar entre tanta oscuridad y confusión. ¡Que El Señor de La Luz, de La Paz con Justicia, de…
*Bendito sea Dios en sus Santos y en sus Ángeles, que en estos difíciles tiempos, hay Laicos y Consagrados que…