09. Profecías/Visiones Ana Catalina Emmerick (Parte 3)
Secciones del programa
Iluminando lo escondido
Buenas a todos una vez más a Iluminando lo Escondido. Hoy vamos a abordar la 3ª y última parte de las profecías de los Últimos Tiempos de la beata Ana Catalina Emmerick, hablando de aquellas que hacen referencia al final de la Gran Tribulación y el tiempo del Reinado de Cristo y del Corazón Inmaculado de María aquí en la Tierra tras este periodo.
Vimos en el programa anterior como durante la Gran Tribulación habrá un gran número de desastres tanto espiritual como materialmente. Y éstos se intensificarán cada vez más cuanto más se acerque la venida de Cristo para poner fin a dichas catástrofes:
“Vi grandes tropas viviendo de varios países dirigirse hacia un punto y combates que se libraban por todas partes. Vi en medio de ellos una gran mancha negra, como un enorme agujero; aquellos que combatían alrededor eran cada vez menos numerosos, como si muchos cayeran sin que se dieran cuenta.”
Satanás, consciente de que se le acabará el tiempo, atacará más fuertemente que nunca. Esto hará que el número de fieles a Cristo vaya disminuyendo, bien porque hayan sido mártires o bien porque hayan acabado sucumbiendo al mal, de manera que más que nunca será necesaria la ayuda divina.
Y precisamente, si estos pocos fieles que habrán serán capaces de aguantar, es porque serán sostenidos en todo momento por Jesús y la Virgen, la cual no dejará de proteger a Sus Hijos y los preparará para la Gran Batalla:
“Vi por encima de la iglesia (San Pedro de Roma) muy disminuida, una mujer majestuosamente vestida con un manto azul cielo que se situaba a lo lejos, portando una corona de estrellas sobre la cabeza.”
“Vi una especie de gran manto que iba ampliándose constantemente y que acabó por abrazar todo un mundo con sus habitantes. Al mismo tiempo este símbolo fue para mí una imagen del tiempo presente, y vi a sacerdotes hacer agujeros en ese manto para mirar a través de él.”
“Tuve otra visión donde vi como se preparaba la armada de la hija del rey. Una multitud de personas contribuían a ello. Y lo que ellas aportaban consistía en oraciones, en buenas obras, en victorias sobre sí mismas y en trabajos de toda especie. Todo esto iba de mano en mano hasta el cielo y allí, cada cosa, tras haber pasado por un trabajo particular, llegaba a ser una pieza de la armadura de la que se revestía la Virgen. No se podía dejar de admirar hasta qué punto todo se ajustaba bien y era impresionante ver como cada cosa significaba otra. La Virgen fue armada de la cabeza a los pies. Reconocí varias de las personas que daban su ayuda y vi con sorpresa que establecimientos enteros y grandes y sabios personajes no proveían nada, mientras que las piezas importantes de la armadura provenían de gentes pobres y de pequeña condición.”
Vimos también en el programa anterior que durante este tiempo también habrán 12 apóstoles que estarán trabajando para sostener la Verdadera Iglesia. Como ya hizo en su Primera Venida, Jesús será el encargado de elegir entre sus discípulos a estos apóstoles, que enviará por todo el mundo para cumplir la misión que Dios les dé:
“Vi también como Él les enviaba a lo lejos en todas direcciones, y los seguía con la mirada en sus caminatas lejanas entre las naciones. Y como yo me decía: «¡ay! ¿qué puede hacer un tan pequeño número de hombres entre las multitudes innumerables?» el Señor me dijo aproximadamente: «Su voz se hace oír a lo lejos por todos los lados. Así, ahora todavía, varios son enviados; cualesquiera que sean, hombres y mujeres, pueden lo mismo. Mira la salvación que esos doce han aportado; los que envío a tu época la aportan también, aunque permanezcan oscuros y despreciados”
“Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres de los que ya he hablado, dispersos en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo de diversos lados; que ellos no sabían de donde se les encomendaba ese trabajo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Siempre eran doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años.”
“ Vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que ellos operaban el bien por todos los lados; eran todos católicos.”
Vemos también la importancia de la intercesión del Arcángel San Miguel para poder hacer frente a este mal, sobre todo al final de las tribulaciones, donde parecerá que todo está perdido:
“Tuve entonces la visión de una inmensa batalla. Toda la planicie estaba cubierta de un gran humo: había bosquecillos llenos de soldados de donde surgían continuamente. Era un lugar bajo: se veían grandes ciudades en la lejanía. Vi a San Miguel descender con una numerosa tropa de ángeles y separar a los combatientes. Pero esto no llegará más que cuando todo parezca perdido. Un jefe invocará a San Miguel y entonces la victoria descenderá.”
“Vi de nuevo la iglesia de San Pedro con su alta cúpula. San Miguel se mantenía en lo alto, brillante de luz, llevando una vestimenta roja de sangre y sosteniendo en la mano un gran estandarte de guerra.”
“La Iglesia estaba completamente roja de sangre como el ángel, y se me dijo que ella sería lavada en la sangre.”
“Cuanto más duraba el combate, más el color sangrante se borraba de la iglesia y se volvió cada vez más transparente. Sin embargo el ángel descendió, fue hacia los blancos y le vi varias veces al frente de todas sus cohortes. Entonces fueron animados de un coraje maravilloso sin que ellos supieran de donde venía eso ; era el ángel que multiplicaba sus golpes entre los enemigos. los cuales huían por todos lados. La espada de fuego que estaba por encima de los blancos victoriosos desapareció entonces.”
De la misma manera, Jesús no cesará de intentar llevar almas hacia Sí:
“Vi por encima de él en el cielo una gran cruz luminosa a la cual el Salvador estaba ligado; de sus cicatrices surgían haces de rayos resplandecientes que se extendían sobre el mundo. Las cicatrices eran rojas y semejantes a puertas brillantes cuyo centro era del color del sol. No llevaba corona de espinas, sino que de todas las heridas de la cabeza surgían rayos que se dirigían horizontalmente sobre el mundo. Los rayos de sus manos, del costado y de los pies tenían los colores del arco iris; se dividían en líneas muy menudas, a veces también se reunían y alcanzaban de esa manera a pueblos, ciudades. casas sobre toda la superficie del globo. Los vi por un lado y por otro, a veces lejos, a veces cerca, caer sobre diversos moribundos y aspirar las almas que, entrando en uno de estos rayos coloreados, penetraban en la llaga del Señor. Los rayos de la herida del costado se repartían sobre la iglesia situada por encima, como una corriente abundante y muy amplia. La iglesia estaba toda iluminada, y vi la mayor parte de las almas entrar en el Señor por esta corriente de rayos. Estos rayos atraían hacia ellos un gran número de almas que, por el corazón y la vía luminosa, entraban en el costado de Jesús. Se me dijo que el corazón era María.”
Finalmente, la Gran Tribulación tendrá fin con la Segunda Venida de Cristo a la Tierra en la que instaurará su Reinado de Paz en los Cielos Nuevos y Tierras Nuevas, y se producirá el triunfo del Inmaculado Corazón de María, que traerá consigo innumerables gracias y dones para aquellos que hayan conseguido perseverar en la Fe.
Ana Catalina vio cómo se producirá la restauración de la iglesia de San Pedro:
“Entonces vi reconstruir la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca .
Vi una mujer llena de majestad avanzar en la gran plaza que está ante la Iglesia. Ella mantenía su amplio manto sobre los dos brazos y se elevaba suavemente en el aire. Se posó sobre el domo y extendió sobre toda la extensión de la Iglesia su manto que parecía irradiar oro. Los demoledores se habían tomado un momento de reposo, pero, cuando quisieron volver al trabajo, les fue absolutamente imposible acercarse al espacio cubierto por el manto.”
“Vi la iglesia de San Pedro: estaba desnuda, con excepción del coro y del altar mayor.” “Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos que rehicieron los muros de piedra, ya que los demoledores no habían podido quitar las fuertes piedras de los cimientos.”
También recibió Ana Catalina muchas visiones que nos dan una idea de cómo será este tiempo de prosperidad:
“Vi a la iglesia completamente restaurada; por encima de ella, sobre una montaña, el Cordero de Dios rodeado de un grupo de vírgenes con palmas en las manos, y también los cinco cfrculos formados por las cohortes celestiales correspondientes a aquellos de aquí abajo que pertenecen a la tierra.”
“Vi todo renovarse y una iglesia que se elevaba hasta el cielo”
“Vi una gran fiesta en la Iglesia que, tras la victoria conseguida, irradiaba como el sol. Vi un nuevo Papa austero y muy enérgico. Vi, antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él, a causa de su maldad. Vi a los santos apóstoles tomar una parte muy especial en la celebración de esta fiesta en la Iglesia. Vi entonces muy cerca de su realización la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». Me parecía ver jardines celestes, brillantes de luz, descender de arriba, reunirse en la tierra, en lugares donde el fuego estaba encendido, y bañar todo lo que está por debajo en una luz primordial.”
“Mientras que la iglesia se volvía cada vez más bella y más luminosa, surgió de repente en su seno una bella fuente limpia que extendió por todas partes un agua pura como el cristal, salió a través de los muros y, fluyendo en el jardín, reanimó todo.”
“A la efusión de esta fuente, todo se volvió luminoso y más dichoso y vi por encima de ella un altar resplandeciente como un espíritu celeste, como una manifestación y un crecimiento futuros. “
“Vi al sacerdocio y a las órdenes religiosas renovarse tras una larga decadencia”
Le pedimos al Señor por medio de María Santísima que todo esto nos ayude a prepararnos para estos Últimos Tiempos y que en todo momento tengamos la certeza de que Cristo vendrá y de que el Corazón Inmaculado de María triunfará. Así sea. Amén
0 comentarios