1. La Iglesia que ilumina

Si la Iglesia no arde no es luz, no es sal, no es nada... y no sirve para nada. Si la Iglesia no arde en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, está traicionando a Nuestro Señor. ¿Está iluminando hoy la Iglesia? ¿Está ardiendo de celo apostólico?
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Luz para mis pasos

La Iglesia que ilumina, ¿por qué este podcast?

Hay un dicho popular entre los que odian a Cristo y a Su Iglesia, que dice que la única Iglesia que ilumina es la que arde y para defender esa tesis, suelen prender fuego a aquellos templos que tienen más a mano. Lo hemos visto recientemente en Francia, en Canadá, en Chile y en tantos otros lugares.

Decir que la única Iglesia que ilumina es la que arde, es en realidad una burla satánica, pues el demonio sabe perfectamente que la misión de la Iglesia es iluminar al mundo y al decir esto se jacta de estar consiguiendo que esta misión no se esté cumpliendo.

Los que dicen que la única Iglesia que ilumina es la que arde dicen la Verdad, como aquellos dos endemoniados que nos cuenta Mateo, en el capítulo 8, 38, que al encontrarse con Jesús, reconocen muy a su pesar que es el Hijo de Dios. Y Ya sabemos cómo acabaron todos aquellos demonios después de ser enviados a la piara de cerdos.

Digo que dicen la Verdad, porque Nuestro Señor en Lucas 12, 49 nos anuncia lo siguiente: “Fuego vine a echar sobre la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté encendido!”. Por lo tanto, ahí lo tenemos, la única Iglesia que ilumina es la que arde. Si la Iglesia no arde no es luz, no es sal, no es nada. Si la Iglesia no arde y no ilumina, no sirve para nada. Si la Iglesia no arde en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, está traicionando a Nuestro Señor. La Iglesia que ilumina es la que arde y cómo quisiera Nuestro Señor que ya estuviera ardiendo.

¿Está iluminando hoy la Iglesia? ¿está ardiendo de celo apostólico? Creo que nadie se escandalizará si digo que hoy la Iglesia ilumina menos que en otras épocas, menos al menos de lo que debería. Los que odian a la Iglesia lo dicen: hoy las únicas Iglesias que iluminan son las que nosotros quemamos.

Por eso este podcast se llama La Iglesia que ilumina, porque como Iglesia no debemos renunciar a la misión que Cristo nos encomendó. Porque aunque hoy haya mucha oscuridad, sigue habiendo una Iglesia que explica la sana doctrina, que defiende el depósito de la fe y que entrega su vida por el Evangelio y pienso aquí en los católicos de Nigeria especialmente. Porque hay una Iglesia que nunca dejará de iluminar, como Cristo prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre ella (Mateo 16, 18). O lo que es o mismo, que los que odian a Cristo y a Su Iglesia nunca podrán apagar la llama de la fe.

Ya habrá tiempo en otros programas de hablar y profundizar sobre la situación actual de la Iglesia, pero hoy, en este primer programa quería hacer dos cosas.

  • La primera es decirte 3 razones por las que hemos empezado este podcast.
  • La segunda es darte 3 razones por las que deberías escucharlo.

La primera razón por la que hemos empezado este podcast es porque hoy en la Iglesia casi nadie habla de los últimos tiempos. Y es curioso porque es un tema del que siempre se ha hablado en la Iglesia. Nuestro Señor Jesucristo habló de los últimos tiempos en su discurso escatológico, que podemos encontrar, por ejemplo, en el capítulo 24 de San Mateo. Los Santos Padres escribieron y predicaron sobre ello. Lo recitamos en el Credo cuando decimos que “desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos y Su Reino no tendrá fin”. Lo encontramos explicado en el catecismo, han hablado de ello multitud de Papas, de Santos, de obispos y sacerdotes fieles. Y lo ha anunciado Nuestra Santísima Madre, incluso con lágrimas en los ojos, en sus apariciones por todo el mundo, incluidas aquellas aprobadas por la Iglesia, como en La Sallete, en Akita o en Fátima.

¿Por qué hoy no se habla de los últimos tiempos?

Se me ocurren varias razones. Algunos han alimentado la leyenda negra contra la Iglesia Católica, acusándola de meter miedo a los fieles con el juicio final y el infierno, tachándola de oscurantista, especialmente durante la Edad Media. Permitidme que cuente aquí una pequeña anécdota de un sacerdote ya fallecido, que cuando predicaba sobre el infierno a sus alumnos, lo hacía con tanta gravedad, que al terminar éstos le decían: “Padre si hay que ir al infierno se va, pero no acojone.”

Tampoco se habla de los últimos tiempos en la Iglesia, especialmente en los últimos 60 años, porque ha calado la idea de que estos temas son propios de profetas de calamidades, de gente triste que solo busca meter miedo y amargar la vida de los demás. Basta una lectura superficial de la Biblia para entender que la función del profeta es precisamente la de avisar de los castigos que pueden venir si no hay una conversión a Dios, si no se corrige un camino errado, si no hay una purificación de idolatría y pecado. Nos advierte, además, que aquellos profetas que anuncian “paz” y dicen lo que el pueblo quiere oír, esos son precisamente los falsos profetas, los que buscan la perdición de los demás.

Otros evitan hablar de los últimos tiempos porque se acogen a la frase de Nuestro Señor en Mateo 24, 36: “Mas en cuanto al día aquel y a la hora, nadie sabe, ni los ángeles del cielo, sino el Padre solo”. Y de este versículo extraen que como no podemos saber en qué día será la Segunda Venida, no se puede hablar de ello, porque lo contrario sería entrar en especulaciones sobre fechas y acontecimientos. Olvidan o pasan por alto que justo antes de eso el Señor nos pide que estemos atentos a los signos y señales que anticipan su Segunda Venida, y a continuación nos pide que velemos, que estemos atentos, porque a la hora que menos pensemos vendrá el Hijo del Hombre. ¿Cómo vamos a estar atentos, cómo vamos a velar, si nadie nos predica cuáles son esas señales?

Todavía daré una razón más de por qué no se habla en la Iglesia de los últimos tiempos y es que conforme se acerque la Segunda Venida de Nuestro Señor, el demonio centrará sus esfuerzos en que la gente piense que Cristo no va a volver y que el infierno si existe está vacío. Así las personas vivirán sin temor de Dios y con las lámparas apagadas. “Porque así como en el tiempo que precedió al diluvio, comían, bebían, tomaban en matrimonio y daban en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la Parusía del Hijo del Hombre.” Esto es Mateo 24, 38. Por lo tanto, podríamos decir que el hecho de que no se hable de los últimos tiempos es en sí mismo un signo de los últimos tiempos.

¿Por qué hemos empezado este podcast? La segunda razón es que los pocos que hablan sobre los últimos tiempos están siendo silenciados.

Se silencian las palabras del Evangelio, dándoles un sentido distinto al que la Iglesia nos ha enseñado. Se silencia a aquellos, que siendo fieles a su ministerio, se atreven a denunciar e identificar a los lobos con piel de oveja que se han infiltrado en el rebaño. Se silencian incluso los mensajes que la Santísima Virgen ha dado en sus apariciones, ocultándolos, manipulándolos y desacreditándolos.

Y esto es muy grave porque ya nos advierte Nuestro Señor que “Si estas gentes se callan, las piedras se pondrán a gritar” (Lucas 19, 40.). Y si no creemos que verdaderamente las piedras gritarán, solo hay que ver cómo estas palabras se cumplieron cuando tras la muerte de Jesús, un terremoto arrancó una verdadera confesión de fe de los labios del centurión y sus hombres, cuando afirmaron “verdaderamente Este era Hijo de Dios” (Mateo 27, 54).

Hoy vemos en la Iglesia, cómo religiosos, sacerdotes y obispos son cancelados, amordazados, apartados de sus ministerios y echados como carnaza para ser devorados por los que odian a Cristo y a su Iglesia. Y los que hacen esto, se parecen mucho a ese siervo malo que dice en su corazón: “Se me retrasa el señor”, y se pone a golpear a sus consiervos (Mateo 24, 48). Vemos de nuevo que la pérdida de fe en la venida de Nuestro Señor, tiene como consecuencia un abandono en la tarea que ha sido encomendada por el mismo Señor y un tratar de impedir que los demás cumplan con su misión. Podríamos decir entonces que el que haya muchos siervos malos que piensan que Cristo no viene y por eso se dediquen a perseguir a quienes sí creen que viene, es en sí mismo otro signo de los últimos tiempos.

¿Por qué hemos empezado este podcast? Aquí va la tercera razón: porque creemos que muchas de las cosas que avisó Nuestro Señor que debían ocurrir en los últimos tiempos se están cumpliendo en estos momentos. Que esta afirmación no te inquiete o te lleve a prejuzgar nuestras intenciones. No pretendemos convencer a nadie de nada, sino exponer qué nos dice el Señor que tenemos que esperar justo antes de que Él venga. Y para ello, nuestras fuentes van a ser las Sagradas Escrituras, los símbolos o profesiones de fe, los escritos de los Santos Padres, los documentos de los concilios, los testimonios de los Santos y las apariciones de Nuestra Madre. Es decir, lo que la Iglesia ha enseñado al respecto. Y en este recorrido, en este estudio, los primeros sorprendidos hemos sido nosotros, porque hemos descubierto una riqueza, un tesoro muchas veces escondido, que es tan valioso que vale la pena dejarlo todo para conseguirlo. Esta perla es que al final Nuestro Señor vence. Muchos vemos con inquietud el rumbo que está tomando la Iglesia, vemos cómo parece que comenzamos a pasar esa prueba final que nos avisa el Catecismo en el número 675. Esa prueba que sacudirá la fe de numerosos creyentes, en la que la Iglesia seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. No se trata por tanto de un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, o como algunos lo llaman, por una primavera de la Iglesia, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal.

Por eso el Señor nos tranquiliza y nos dice en Lucas 21, 28: Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca.

Porque Cristo tiene que reinar, contigo o sin ti, y como decía un sacerdote, más vale que sea contigo.

Te he prometido 3 razones por las que deberías escuchar este podcast.

  1. La primera es que si crees que verdaderamente estamos en los últimos tiempos este podcast te puede ayudar a conocer todos aquellos recursos que Dios, en su infinita misericordia, ha dispuesto para que podamos vivir estos tiempos con serenidad, con esperanza y sin perder la fe.
  2. La segunda razón es que si no crees que verdaderamente estamos en los últimos tiempos, este podcast te puede ayudar a entender algunas cosas que están pasando en la Iglesia y cómo en otras épocas pasadas, los cristianos han actuado para defender la fe frente a aquellos que odian a Cristo y a su Iglesia.
  3. La tercera razón por la que debes escuchar este podcast es que independientemente de que creas que verdaderamente estamos en los últimos tiempos o no, lo que sí es seguro es que algún día nos presentaremos ante Dios Nuestro Señor y tendremos que rendir cuentas de nuestra vida. Y como de esto tampoco sabemos ni el día ni la hora, este podcast te puede ayudar a vivir más unido a Nuestro Señor y a ser más consciente de que la verdadera conversión debe comenzar hoy.

Esto es lo que quería decirte en este primer programa y para terminar quisiera pedirte tu oración por nosotros, para que seamos fieles a la misión que el Señor nos ha encomendado con este proyecto.

Iluminando lo escondido

  1. Sabías que…

Comenzamos esta sección de “Iluminando lo escondido” contándote cosas que quizás no conocías. Y es que, ¿sabías que la Cuaresma se vivía de forma muy diferente en la sociedad medieval? En la Edad Media este tiempo de preparación a la Pascua siempre se tomó muy en serio. La gente asumía una actitud de duelo ante la Pasión de Cristo y en consecuencia tomaban distintas medidas que les ayudaban a prepararse correctamente. En primer lugar en la Iglesia, donde se silenciaba el órgano, se eliminaban los elementos decorativos y se prohibían las bodas y celebraciones similares. También se vió reflejado en la vestimenta: los monarcas vestían de negro y se comportaban con seriedad manteniendo una actitud de duelo y los campesinos seguían su ejemplo. Asimismo, otras actividades como diversiones, entretenimientos públicos y la caza estaban prohibidas. Incluso se producía un cese de la guerra durante este tiempo, conocido como “la tregua de Dios”.

Otro aspecto fundamental en la Cuaresma es el ayuno. En el año 379 San Basilio el Grande señalaba: “No hay isla, continente, ciudad o nación, ni rincón distante del globo, donde no se escuche la proclamación del ayuno cuaresmal” “todos por igual escuchan el anuncio y lo reciben con alegría”. Este ayuno era bastante estricto, ya que todo tipo de carnes, pescados y lácteos estaban prohibidos. Por tanto, durante la Cuaresma se recurría a otro tipo de alimentos, como verduras, la leche de almendras como sustituto de la leche, y los pretzels, un alimento que está lleno de simbolismo católico. La palabra latina que hace referencia a pretzel es “bracellae” que significa ‘brazos pequeños’ y hace referencia a la postura de oración antigua que consiste en juntar los brazos cruzados sobre el pecho. Fueron inventados por un monje en los años 600 como un pan de Cuaresma que no contenía lácteos ni huevos y era consumido exclusivamente en este periodo. Por otra parte, sus tres agujeros representan la Santísima Trinidad y muchos vieron en este alimento la forma de una cuerda, símbolo de las cuerdas que ataron las manos de Nuestro Señor durante la Pasión. Además era un alimento que se repartía en cantidad a los pobres durante la Cuaresma.

Como se puede ver, el ayuno era el acto central de la Cuaresma.

Y también se hacía otro tipo de ayuno. M​uchos católicos de la antigüedad practicaban la continencia en sus matrimonios durante esta temporada santa para que pudieran enfocarse más en el espíritu y menos en la carne.

En resumen, todas estas prácticas renovaron las energías del pueblo, le dieron fuerza para luchar contra las tentaciones y esta moderación que pusieron sobre la sensualidad les ayudó a purificar sus almas”.

Desde luego, si comparamos todo esto con cómo vivimos la Cuaresma hoy en día… A mí por lo menos me da un poco de vergüenza, no sé a vosotros. De todas formas, lo más importante que debemos tener en cuenta cuando pensamos en los últimos tiempos, es nuestra propia conversión. Y unido a la conversión está esa disponibilidad al sacrificio y la entrega por amor a Dios.

Por todo esto, Le pedimos a Jesús Crucificado que nos renueve el cuerpo y sobre todo el alma durante este tiempo.

La máquina del tiempo

“La máquina del tiempo” Cita de la Biblia llevada al día de hoy

Bienvenidos a “la máquina del tiempo”. En esta sección de “Iluminando lo escondido” desenterramos los tesoros de la Palabra de Dios escondidos en la Biblia. La Palabra de Dios es eterna, por lo tanto, se puede aplicar a cualquier época y circunstancia de la vida y de la historia. Por ello, vamos a rescatar algunos pasajes y comentarlos a la luz de estos tiempos: los Últimos Tiempos.

La cita bíblica que vamos a comentar hoy, la podemos encontrar en Salmos 37, 8-11 y dice así: 

“Deja el enojo, abandona el furor; no te irrites, porque eso empeora las cosas. Pues los malvados serán arrojados del país, pero los que confían en el Señor tomarán posesión de él.

Dentro de poco no habrá malvados; por más que los busques no volverás a encontrarlos. Pero los humildes heredarán la tierra y disfrutarán de completa paz.”

Estas palabras evocan al momento en que Jesucristo vendrá en Su Segunda Venida, para destruir el mal y al Maligno, junto con todos sus seguidores y nos exhortan a tener paciencia y humildad en estos tiempos en los que el mal parece vencer, pero en los que al final, en el momento justo, Cristo reinará, y junto a Él aquellos que confiaron en Él, en el cielo nuevo y la tierra nueva de Apocalipsis. Es un canto lleno de esperanza, de alegría, que nos recuerda a las palabras de Jesucristo en el Evangelio de San Lucas 21, 28: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto seréis libertados”. ¿Quiénes son los malvados de los que habla la Palabra de Dios? podemos encontrar varias pistas en estas líneas: la primera frase dice: “deja el enojo, abandona el furor; no te irrites, porque eso empeora las cosas”. El enfado viene del maligno y es una señal de soberbia. Es muy difícil no enfadarse ante ciertas circunstancias, sin embargo, Dios controla todos los aspectos de la vida y si Dios permite ciertas cosas, es para nuestra santificación y conversión de los pecadores. Como se dice más adelante en estos versículos, “los que confían en el Señor tomarán posesión de Él”, por lo tanto, los malvados son aquellos que no confían y Le echan la culpa del mal. Tenemos que esforzarnos en confiar plenamente en el Señor, pase lo que pase, aunque el mundo se nos venga encima, porque Jesucristo está con nosotros y si le dejamos, no sólo nos ayudará, sino que Él mismo llevará la mayor parte de nuestros sufrimientos. La última frase que os traemos dice” los humildes heredarán la tierra y disfrutarán de completa paz”, frase que lleva nuestra mente al Discurso de la Montaña, más concretamente al discurso de la Bienaventuranzas.

Mi reflexión de este programa es la siguiente: cumplamos los Mandamientos, creamos en la Palabra de Dios y apliquémosla, imitemos a Cristo en todo, siguiendo el Evangelio, para poder disfrutar de Dios en el Cielo y, si Él lo quiere, de la nueva tierra purificada que Jesucristo dará a los que aman al Señor hasta el final.

Lo pedimos a Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María y el Gloriosísimo San José. Amén

Santos de Verdad

SANTOS DE VERDAD: Santos Justo y Pastor

Hay un versículo del Evangelio que me repito casi a diario
Y es tan importante que también sobre ello escribe el apóstol Santiago.
“Sí, sí, no, no”, esto manda el Señor que digamos
Ya que todo lo que excede a esto, viene directamente del Malo.
En cambio, hoy en día nos perdemos en teorías
y justificaciones ante cuestiones tan sencillas
como el uso de técnicas anticonceptivas o la bendición del pecado.
No y no, así de simple, y así de claro.
Por eso Jesús quiere que seamos como niños sin engaños,
sin dejarnos llevar por el espíritu del mundo y los respetos humanos.
Defender la Verdad con valentía y respeto, pero sin descaro,
Igual que lo hicieron Justo y Pastor, los Santos de Verdad que hoy recordamos.

Corría el siglo cuarto, aunque el tiempo parecía no avanzar para los cristianos de aquella época. Era el tiempo de la “Gran persecución”, la del emperador Diocleciano, la última gran persecución antes de que el Imperio Romano se convirtiera al cristianismo. En la actual Alcalá de Henares, entonces Compluto, se fueron haciendo eco los edictos cada vez más violentos del emperador en la figura del gobernador Daciano, a quien no temblaba la mano para llevar a cabo el señalamiento, la persecución y el asesinato de los cristianos.

Decenas, cientos y miles de cristianos fueron martirizados en las provincias romanas, derramando su sangre como semilla de nuevos cristianos.

Justo y Pastor, de 7 y 9 años respectivamente, se encontraban en la escuela. De repente, llevados por un santo ardor, dejaron sus cosas y salieron de la escuela sin vacilar para presentarse ante el gobernador Daciano y confesarse seguidores de Jesucristo. Bien sabían ambos que el castigo para tal confesión era la muerte… ¿Cuál debió ser la reacción del gobernador ante la santa insolencia de los niños? Quizás incluso su alma, anestesiada por el pecado, emitiría un último grito de auxilio… Un grito que se apagaría por la soberbia y el odio y se tornaría rápidamente en un grito de condena cruel contra los dos niños.

Mientras eran conducidos al lugar del suplicio mutuamente se estimulaban los dos corderitos. Porque Justo, el más pequeño, temeroso de que su hermano desfalleciera, le hablaba así: «No tengas miedo, hermanito, de la muerte del cuerpo y de los tormentos; recibe tranquilo el golpe de la espada. Que aquel Dios que se ha dignado llamarnos a una gracia tan grande nos dará fuerzas proporcionadas a los dolores que nos esperan». Y Pastor le contestaba: «Dices bien, hermano mío. Con gusto te haré compañía en el martirio para alcanzar contigo la gloria de este combate».

Los dos hermanos fueron ejecutados sin compasión, pero mientras sus cuerpos yacían sin vida, sus almas ascendían a la verdadera Vida, coronados mártires, entre aquellos que lavaron sus vestiduras en la Sangre del Cordero, para habitar eternamente en la Jerusalén celeste con Jesús, el Único que nos sostiene y nos salva.