12. La abominación de la desolación
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Luz para mis pasos
Continuamos una semana más desgranando las enseñanzas y señales que nos ofrece el discurso escatológico de Jesús, recogido en el Evangelio de Mateo, capítulo 24.
Y hoy trataremos uno de los versículos más misteriosos y a la vez más importantes, porque es la señal que da Nuestro Señor para que los fieles sepan cuándo tienen que huir, como vimos en el último programa.
Hoy vamos a hablar sobre la abominación de la desolación y para ello leeremos lo que dicen los evangelios sinópticos, que son los que recogen esta expresión, y lo que dijo el profeta Daniel al respecto; veremos en qué momentos se ha cumplido ya esta profecía y cómo se podría interpretar de forma escatológica, bajo la guía de los Santos Padres.
Comencemos con las palabras que recoge San Mateo en el capítulo 24, versículo 15:
“Entonces vendrá el fin. Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo –el que lee, entiéndalo–, entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa; quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.”
Leamos ahora los matices que añaden Marcos y Lucas en sus Evangelios.
En Marcos, encontramos la expresión en el capítulo 13, versículo 14 con estas palabras:
“Mas cuando veáis la abominación de la desolación instalada allí donde no debe –¡entienda el que lee!–, entonces, los que estén en Judea, huyan a las montañas; quien se encuentre en la azotea, no baje ni entre para tomar nada en su casa; quien vaya al campo, no vuelva atrás para tomar su manto.”
Y por último el Evangelio de san Lucas en el 21,20:
“Mas cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed que su desolación está próxima. Entonces, los que estén en Judea, huyan a las montadas; los que estén en medio de ella salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar, porque días de venganza son éstos, de cumplimiento de todo lo que está escrito.”
Para entender esta expresión, abominación de la desolación, su significado y cómo hay que interpretarla, vamos a ver en qué contextos y con qué sentidos se ha utilizado en otras partes de las Sagradas Escrituras.
La palabra Abominación aparece muchísimas veces en la Biblia y es un término que se utiliza para señalar la idolatría y los vicios que proceden del culto a los ídolos. Recogiendo y sintetizando la mayoría de veces que aparece, podemos diferenciar hasta 5 significados distintos.
1.El primer, principal y más frecuente significado es el que se refiere a los ídolos paganos: esto incluye a los animales que sacrificaban los egipcios a sus dioses (como en Éxodo 8, 22), ya que los paganos daban culto a los animales que los israelitas ofrecían a Dios (toros, vacas, carneros), por lo tanto, es abominación la adoración del becerro de oro en el Sinaí (Éxodo 32, 4) y otros ejemplos similares que podemos encontrar en 1 Reyes 11,5; 2 Reyes 16,3; 2 Reyes 21,2, Isaías 66,3; Jeremías 7,4, Ezequiel 8,6, etc
También bajo este significado se refieren las estatuas de los ídolos, como en Deuteronomio 7,25: “Entregarás al fuego las estatuas de sus dioses. No codicies la plata y el oro que hubiere sobre ellas, ni lo tomarás para ti, no sea que te sirva para ruina; porque es abominación para Yahvé, tu Dios. No lleves tal abominación a tu casa, para no ser anatema como lo es ella. Detéstala y abomínala en extremo, por cuanto es anatema.”
Y en general a cualquier culto idólatra: “porque ellos hacen en honor de sus dioses toda suerte de abominaciones que Yahvé aborrece, pues hasta queman en el fuego a sus hijos y sus hijas para honrar a sus dioses.” (Deuteronomio 12,31). Hay otros ejemplos en Deuteronomio 13,12.; 17,2; 18,9 y ss.: “No se halle en medio de ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego; ni quien practique la adivinación o el sortilegio, ni quien sea agorero, o mago, o encantador; ni quien consulte a espíritus y adivinos, o pregunte a los muertos. Porque todo aquel que hace estas cosas es abominable ante Yahvé, tu Dios; y a causa de estas abominaciones Yahvé, tu Dios, los va a arrojar delante de ti.” . 20,16; 27,15;
De este tipo de abominación dice Dios (Sabiduría 14,11): “Y por eso no se perdonará a los ídolos de las naciones; por cuanto siendo creaturas de Dios se hicieron abominación, tentación para las almas de los hombres, y lazo para los pies de los insensatos.”
El primer sentido de la palabra abominación es el culto a los ídolos.
2. El segundo significado de la abominación son los alimentos impuros, que recoge por ejemplo el capítulo 11 del Levítico, y que cita entre otros: El camello, el conejo, la liebre, el cerdo, “Todo cuanto en las aguas no tiene aletas y escamas” (v. 12). El águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el halcón, los cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, la cigüeña, la garza, la abubilla y el murciélago. “Todo insecto alado que anda sobre cuatro patas os será abominable.” (v. 20). También Deuteronomio 14,3.
3. En tercer lugar tenemos los pecados de la carne, la lujuria y los ídolos obscenos (llamados ídolo abominable en 1 Reyes 15,13): entre estos pecados abominables están la homosexualidad, el bestialismo, el incesto, el travestismo (Deuteronomio 22,5) y la fornicación.
Dice por ejemplo Deuteronomio 24,1: “No te acostarás con varón como con mujer; es abominación. No copularás con bestia, contaminándote con ella. La mujer no se pondrá delante de una bestia para unirse con ella; es cosa perversa.”
Otro ejemplo lo tenemos en Levítico 20,10: “La mujer no se vista de hombre, ni lleve el hombre vestido de mujer; porque quien tal hace es objeto de abominación para Yahvé, tu Dios.”
Estos pecados eran propios de los pueblos idólatras y por eso, Dios exhortaba al pueblo de Israel a no contaminarse de sus ídolos y sus costumbres y así evitar cometer sus mismos pecados abominables. Hay un vínculo muy estrecho, por tanto, entre la idolatría y los pecados de la carne, como nos confirma el libro de la Sabiduría 14, 25:
“Por todas partes se ve efusión de sangre, homicidios, hurtos y engaños, corrupción, infidelidad, alborotos, perjurios, vejación de los buenos, olvido de Dios, contaminación de las almas, trastorno de la naturaleza, inconstancia de los matrimonios, desórdenes de adulterio y de lascivia; siendo el abominable culto de los ídolos la causa, y el principio y fin de todos los males.”
4. El cuarto significado es la contaminación en el culto a Dios, ya sea por un defecto en la ofrenda, que esté podrida, por ejemplo, o contaminada de otros elementos impuros o inmundos. Son abominables también el dinero ofrecido a Dios, fruto del pecado (Deuteronomio 23,18). Y también es abominable la participación en el sacrificio estando contaminado por inmundicias.
5. Por último vemos aplicado el término abominación a otros pecados, como el fraude y el engaño: (Deuteronomio 25,13), la injusticia, la mentira (Proverbios 17,15), la doblez de corazón, etc.
Vemos cómo en todas estas abominaciones están presentes los tres enemigos del alma: el demonio al que se ofrecen los cultos idolátricos, como nos dice San Pablo en 1 Corintios 10,20: “lo que inmolan los gentiles, a los demonios lo inmolan, y no a Dios”, en segundo lugar tenemos el mundo representado por la multitud de los idólatras e impíos; y por último la carne, como pecado principal de los que adoran al demonio.
La segunda parte de la expresión, desolación, hace referencia al vacío que se produce como consecuencia de la abominación y la apostasía, significa por tanto la ausencia o separación de Dios.
Si tomamos las Sagradas Escrituras, en varios pasajes se aplica a la tierra que queda desolada por ausencia de cultivo, como en Levítico 26,34, durante el cautiverio del pueblo de Israel en Babilonia, después del culto idólatra en el Templo de Jerusalén. La tierra es aquí imagen de la viña del Señor que se describe en el capítulo 5 de Isaías y que como relata Jeremías en 12,10: “Muchos pastores han destruido mi viña; han pisoteado mi heredad; han convertido mi deliciosa posesión en un desierto desolado. La asolaron por completo, triste está ella delante de Mí; desolado y devastado está todo el país, sin que haya quien reflexione en su corazón”.
En otros, como en el libro de Josué 8, 28, la desolación se aplica a las ciudades que son conquistadas, reducidas a cenizas y a veces sembradas con sal, para significar la desolación completa. Es el mismo lamento que encontramos, por ejemplo, en Isaías 1 y que hace referencia a Jerusalén: “Vuestra tierra es un desierto; vuestras ciudades han sido quemadas, a vuestra vista los extranjeros devoran vuestro suelo, que está desolado como si fuese destruido por extraños.”
En otras ocasiones es el ángel de Dios quien desola una ciudad, como castigo a los pecados cometidos en ella, como en los episodios de la destrucción de Sodoma y Gomorra o en 2 Samuel 24, 16.
La desolación también hace referencia al castigo divino, en la Segunda Venida de Cristo, en la que se producirá el triunfo definitivo del bien sobre el mal, que nos dice el Catecismo en el numeral 681 y que describe Isaías, en sus profecías escatológicas de los capítulos 24 a 27: “He aquí que Yahvé devastará la tierra, y la dejará desolada, trastornará la superficie de ella y dispersará sus habitantes.”. También dice el Apocalipsis que Babilonia, la ciudad grande y apóstata, será desolada en una sola hora. (Ap. 18,19).
Pero cuando la desolación se aplica al Templo debido al culto idólatra que se establece en él, la desolación hace referencia por quebrantar el primer mandamiento. Tenemos como ejemplo, el primer libro de los Macabeos, capítulo 1,41: “Su Santuario quedó desolado como un yermo, convertidos en días de llanto sus días festivos, en oprobio sus sábados, y reducidos a nada sus honores.”. O también el capítulo 22 de Jeremías: “Pero si no escucháis estas palabras, entonces por Mí mismo juro, dice Yahvé, que esta Casa vendrá a ser desolada.”
Por todo ello, se entiende que la expresión abominación de la desolación “en el lugar Santo” o “donde no debe estar”, es la profanación con abominaciones y con un culto idólatra, del lugar santo, de la ciudad santa y del templo, la Casa de Dios. Esto se dio en la antigüedad en numerosas ocasiones y es de una gravedad extrema cuando es realizado por el propio pueblo de Dios:
- Como el rey Sedecías en 2 Crónicas 36,14: “También todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo se portaron muy impíamente, imitando todas las abominaciones de los gentiles y contaminando la Casa de Yahvé, que Él había santificado en Jerusalén.”
- Como nos dice Jeremías en 7,30: “Pues los hijos de Judá obraron lo malo a mis ojos, dice Yahvé, colocaron sus abominaciones en la Casa, sobre la cual ha sido invocado mi nombre, a fin de contaminarla.”
- Como a lo largo de todo el libro de Ezequiel, en el que se relatan todas las abominaciones del pueblo de Israel, como en 8, 6: “Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿has visto lo que hacen éstos? ¿Las grandes abominaciones que aquí hace la casa de Israel a fin de alejarme de mi Santuario? Pero date vuelta, y verás abominaciones peores.”
- También en Ezequiel 44, 6: “Y di a los rebeldes, a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: Basta ya, oh casa de Israel, de todas las abominaciones que cometisteis, introduciendo a extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos en la carne, para que estuviesen en mi Santuario y profanasen Mi Casa, mientras vosotros ofrecíais mi pan, la grosura y la sangre. Con todas vuestras abominaciones habéis roto mi alianza.”
En estas palabras divinas podemos ver la gravedad de este pecado y sus consecuencias: La abominación lleva aparejada la iniquidad y la desolación, es decir, hace que desaparezca la presencia de Dios y de esta forma se interrumpe el sacrificio, como veremos a continuación.
- El profeta Daniel
En el texto de Mateo, Nuestro Señor cita el libro de Daniel como referencia para leer y entender la expresión abominación de la desolación. Por ello es obligatorio acudir a él para ampliar esta explicación. Al libro de Daniel, que podemos considerar como el Apocalipsis del Antiguo Testamento, por sus paralelismos con el texto escatológico de San Juan, le dedicaremos un programa especial, pero por el momento nos centraremos únicamente en los cuatro apartados que hablan de la abominación de la desolación.
- El primero de ellos lo encontramos en el capítulo 8,9, que dice así:
“De uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el mediodía, hacia el oriente y hacia la (tierra) hermosa. Se engrandeció hasta llegar a la milicia del cielo, y echó a tierra una parte de la milicia y de las estrellas, y las holló. Y se ensoberbeció hasta contra el príncipe de la milicia celestial, le quitó el sacrificio perpetuo y arruinó el lugar de su Santuario.Un ejército le fue dado para destruir el sacrificio perpetuo a causa de los pecados; echó por tierra la verdad y lo que hizo le salió bien. Y oí hablar a uno de los santos; y otro santo dijo a aquel que estaba hablando: “¿Hasta cuándo durará lo anunciado en la visión del sacrificio perpetuo, el pecado de la desolación y el abandono del Santuario y del ejército que serán hollados?” Y él me dijo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; y será purificado el Santuario.”
Daniel relaciona en estos versículos tres acontecimientos:
- El primero es la destrucción del sacrificio perpetuo, es decir el cese del culto agradable a Dios, signo de la alianza perpetua. Aquí San Jerónimo con otros Padres entienden el culto de la Eucaristía y todo el culto solemne de la Iglesia, que en los tiempos del Anticristo será obstaculizado.
- El segundo es el pecado de la desolación y el abandono del Santuario, que es lo que hemos comentado sobre la abominación de la desolación y que repito: pecados abominables que profanan el templo, y este queda abandonado de la presencia de Dios, lo que imposibilita el culto, que es sustituido por un culto idólatra.
- Y el tercero es el ejército celestial que es hollado, lo que en sentido etimológico significa aplastado, abatido, humillado, despreciado. En este ejército celestial algunos exégetas ven a los ángeles caídos, otros han interpretado en él a los cardenales, obispos, sacerdotes y religiosos que han caído en la apostasía y han traicionado a Dios. Una imagen muy parecida al dragón que con su cola arrastra las estrellas del cielo y las precipita a la tierra, que narra el capítulo 12 del Apocalipsis.
2. Pasemos ahora al segundo apartado de Daniel que encontramos en el capítulo 9, 26:
Daniel nos narra que será un personaje poderoso, un príncipe, con sus seguidores, el que lidere este ataque físico y espiritual contra la ciudad santa y el Santuario. Hará que el propio pueblo de Dios abandone a Dios y reniegue de Él. Es evidente, y san Jerónimo y otros Padres lo confirman, que se refiere al anticristo, en sentido escatológico, pero también a todos los anticristos, que a lo largo de la historia actuarán igual que él: los que destruyeron y profanaron Jerusalén y el Templo, los que flagelaron y mataron a Cristo y también los que tratarán de destruir Su Iglesia. Estos anticristos provocan la abominación desoladora en el Santuario y hacen cesar el sacrificio a Dios. Así dice San Jerónimo: «El Anticristo abolirá el ejercicio público del único verdadero Sacrificio del altar» y en la misma línea afirma San Hipólito: «Sobrevenido él, desaparecerá el sacrificio y la libación que, ahora, en todas partes es ofrecida a Dios por las gentes.”
3. El tercer lugar en el que Daniel habla de la abominación de la desolación es en el capítulo 11,21 y siguientes:
“Surgirá en su lugar un hombre despreciable sin que se le haya dado la dignidad real. Vendrá secretamente y se apoderará del reino por medio de intrigas. Delante de él quedarán sumergidos ejércitos tan numerosos como una inundación, y serán deshechos, así como también el príncipe de la Alianza.“
Y continúa en el versículo 31:
“Sus tropas vendrán y profanarán el Santuario de la Fortaleza; harán cesar el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador. Por medio de halagos inducirá a la apostasía a los violadores de la Alianza, pero el pueblo que conoce a su Dios se mantendrá firme y activo.”
“Los sabios del pueblo instruirán a muchos; pero caerán por un tiempo, víctimas de la espada, de las llamas, del cautiverio y del saqueo. Al ser abatidos tendrán un pequeño socorro, y muchos se unirán a ellos hipócritamente. Por eso algunos de los sabios tropezarán, para que sean probados y purificados y blanqueados hasta el tiempo del fin; pues no habrá llegado aún el tiempo determinado. Aquel rey hará lo que quiera, se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios. Hablará cosas espantosas contra el Dios de los dioses, y prosperará hasta que se cumpla la ira; porque lo decretado ha de cumplirse.”
Vemos de nuevo todo lo relatado anteriormente: la profanación del templo, el cese del sacrificio perpetuo y la abominación de la desolación en el templo. También el ejército que antes aparecía en el cielo y era hollado, ahora es sumergido en las aguas y deshecho.
Frente a todo esto: ¿qué ocurre con los fieles? Nos dice Daniel que “los que conocen a su Dios” permanecerán firmes en la fe, estos sabios se podrían identificar con aquellos que, obedeciendo a Cristo, huyen cuando ven la abominación de la desolación en el lugar santo. Pero incluso entre los sabios, habrá quienes caigan por un tiempo y tropiecen, para que su fe sea probada, purificada y blanqueada. Y fijémonos en un detalle más: si antes aludía a un príncipe, ese príncipe ahora ya es rey, un rey blasfemo que se engrandece hasta querer situarse por encima de Dios.
4. Leamos por último el cuarto pasaje sobre la abominación de la desolación, esta vez en Daniel 12,8:
“Dije, “Señor mío: ¿cuál será el fin de estas cosas?” Y él respondió: “Anda, Daniel; pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados y blanqueados y acrisolados; pero los malos seguirán haciendo el mal, y ninguno de los malvados entenderá; mas los sabios entenderán. Desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo y entronizada la abominación desoladora, pasarán mil doscientos noventa días.”
Dios confirma a Daniel que esta profecía se refiere a los últimos tiempos, como también lo dice Cristo en el discurso escatológico. Cristo es por tanto el nexo de unión entre la profecía apocalíptica de Daniel y el libro del Apocalipsis de Juan, entre la escatología del Antiguo y la del Nuevo Testamento.
Hasta entonces, hasta los últimos tiempos, esta profecía se cumplirá en muchos buenos que serán purificados, blanqueados y acrisolados. Y vemos aquí la figura de todos los mártires de la historia que han muerto por ser fieles a Dios y son los que “entenderán”, frente a los malos, los anticristos, los enemigos de Cristo y de Su Iglesia, que como nos dice Daniel “seguirán haciendo el mal” y “no entenderán”.
- Cumplimiento en la antigüedad
Igual que el discurso escatológico de Cristo se cumplió a la perfección como explicamos en el programa sobre la Destrucción de Jerusalén, la profecía de Daniel que acabamos de leer se cumplió también en ese momento y también anteriormente de forma perfecta en los tiempos de los Macabeos, que hemos comentado en los últimos dos programas.
También en el libro de los Macabeos se habla de la abominación de la desolación, con estas palabras:
“El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, colocó el rey Antíoco sobre el altar de Dios el abominable ídolo de la desolación, y por todas partes se erigieron altares en todas las ciudades de Judá. Y quemaban inciensos y ofrecían sacrificios delante de las puertas de las casas y en las plazas. Y despedazando los libros de la Ley de Dios, los arrojaban al fuego; y a todo hombre en cuyo poder hallaban los libros del Testamento del Señor, y a todos cuantos observaban la Ley del Señor, los despedazaban, en cumplimiento del edicto del rey. Con esta violencia trataban, una vez por mes, al pueblo de Israel que habitaba en las ciudades. Porque a los veinticinco días del mes, ofrecían ellos sacrificios sobre el altar, que estaba erigido enfrente del altar.” (1 Macabeos 1, 57).
Antíoco Epífanes fue un rey de Siria, el octavo sucesor de Seleuco, y reinó de 175 a 164 a.C. Usurpó el trono con ardid y violencia contra el sucesor legítimo Demetrio y destituyó injustamente al Sumo Sacerdote Onías III. Extendió su reino hacia Egipto, hacia Persia y hacia Palestina y Jerusalén, profanando el Templo, prohibiendo el culto de Dios, erigiendo una estatua de Júpiter en su interior y dedicándole un culto pagano, poniendo otro altar junto al altar de los sacrificios.
Contra él lucharon los Macabeos, especialmente Matatías y sus hijos, apoyados por algunos pocos, en defensa de la Ley de Dios. Ellos fueron los sabios, los que entendieron, aquellos que se mantuvieron fieles a la Ley y los que huyeron al ver la abominación de la desolación en el lugar santo.
Peor aún fue la destrucción de Jerusalén y del Templo por los romanos en el año 70 d. C, a causa de no haber aceptado el Evangelio y haber matado a Cristo. En aquel momento, la abominación de la desolación consistió en las insignias y las imágenes de los dioses romanos y los Césares, que eran motivo de adoración para los soldados y que fueron introducidas en la ciudad santa y en el Templo. Entonces empezó la desolación de Israel, que dura hasta hoy en espera de los últimos tiempos, cuando se produzca la conversión del pueblo judío, como anuncia San Pablo en el capítulo 11 de la carta a los Romanos.
Al citar a Daniel, Nuestro Señor nos está indicando que estas profecías que ya se han cumplido parcialmente son imágenes o tipos de lo que ocurrirá en los últimos tiempos cuando esta profecía llegará a su cumplimiento pleno. Nos da estas pistas para avisarnos y para que estemos alerta también ante estos signos de los últimos tiempos.
- La abominación de la desolación hoy
Terminamos esta sección en la que hemos visto varios ejemplos de la abominación de la desolación en la antigüedad, pero son también numerosos los ejemplos que se podrían citar en los últimos 2.000 años de la Iglesia y que iremos comentando poco a poco.
Porque también fue abominación de la desolación, por ejemplo, cuando se entronizó a la diosa razón en la catedral de Notre Dame durante la Revolución francesa.
Y es abominación de la desolación cuando se utiliza la Casa de Dios para grabar videoclips, hacer desfiles de moda o empezar una vuelta ciclista, cuando se organizan cenas con personas sin hogar, o se utilizan las iglesias para hacer exposiciones y conciertos profanos.
Si tenemos en cuenta lo explicado en este programa a la luz de las Escrituras, esta abominación de la desolación la vemos hoy en día en la Iglesia cuando se hacen ritos idolátricos y se introducen estatuas demoníacas, llevadas en procesión dentro de la Basílica de San Pedro y se ponen altares y se hacen oraciones. También cuando se permite que otras religiones celebren sus ritos en los templos católicos o se ponen plantas ofrecidas a los ídolos encima del altar de Dios.
Cuando veáis la abominación de la desolación en el lugar santo, huid, dice el Señor.
Iluminando lo escondido
Muy buenas a todos y bienvenidos una semana más a Iluminando lo Escondido. En el programa de hoy continuamos hablando de las profecías sobre los últimos tiempos. Como vimos en el programa anterior, Dios enviará dos castigos, uno en forma de castigos y desastres terrenos y otro enviado desde el cielo. En el programa anterior nos enfocamos más en el primero, y hoy vamos a poner el foco en el segundo.
Y ya nos avisó Dios a través de la beata Elena Aiello en el año 1954 del porqué de este castigo y qué debíamos hacer para poder evitarlo:
«La Justicia de Dios exige reparación por las muchas ofensas y crímenes que cubren la tierra y que ya no se pueden comprometer más. Anuncia a la humanidad que deben volver a Dios, haciendo penitencia y haciéndolo así tienen esperanza de ser perdonados y salvados de la justa venganza de un Dios despreciado.”
Sin embargo, el mundo no se ha vuelto hacia Dios, y las ofensas y crímenes crecen cada día de manera exponencial, por lo que el castigo será necesario para reparar por todos estos pecados. Pero antes del castigo, dará Dios un milagro para que nadie pueda dudar de su existencia y como última oportunidad para la humanidad de arrepentirse de sus pecados.
Así le fue revelado a Santa Faustina Kowalska entre 1905 y 1938:
«Antes de venir como juez, vendré primero como Rey de Misericordia. Precediendo el día de la justicia, habrá una señal en el cielo dada a los hombres. Toda luz será apagada en el firmamento y en la Tierra. Entonces aparecerá, venida del Cielo, la señal de la Cruz. De cada una de Mis Llagas de las manos y de los pies saldrán luces que iluminarán la Tierra por un momento. Habla al mundo de Mi Misericordia, es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el Día de la Justicia. Prepararás al mundo para Mi última venida. Habla a las almas de esta gran Misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia».
Después de este milagro es cuando tendrá lugar el castigo. Veamos cómo se producirá a la luz de las revelaciones dadas por Nuestro Señor Jesucristo al padre Pío entre 1887 y 1968:
“Yo vendré una noche, durante los fríos meses de invierno, a este mundo cargado de pecados: rayos y centellas, salidos de incandescentes nubes, encenderán y reducirán a cenizas todo lo que está contaminado por el pecado. La destrucción será total. El aire envenenado de gases sulfurosos y levantando asfixiantes humaredas, será llevado a grandes distancias por las ráfagas del viento.”
“Entonces la raza humana comprenderá que hay una voluntad muy superior a la suya, que destruirá sus vacíos alardes de vanagloria. Rápidamente, cerrar vuestras puertas y ventanas, tapar toda vista del mundo exterior durante el más terrible de los acontecimientos; no profanéis vuestra vista con miradas curiosas porque santa, santa es la ira de Dios. La tierra será purificada para vosotros, los restos del fiel rebaño.”
“Encomendaos a la protección de mi Santísima Madre; no os desaniméis a pesar de lo que viereis y oyereis; es una ficción del infierno que no os podrá hacer ningún daño. Cobijaos en constantes oraciones bajo la protección de Mi Cruz e invocar a los ángeles de vuestras almas. Luchad con confianza en Mi Eterno Amor y no dejéis que se levanten en vosotros dudas acerca de vuestra salvación. Cuanto más firme y perseverantemente permanezcáis en Mi Amor, tanto más seguramente os defenderé contra todo daño. Luchad por las almas amadas de Mi Corazón.”
“Perseverad por una noche y un día y por una noche y un día, y a la siguiente noche se calmarán los terrores. . . Al amanecer del próximo día el sol brillará otra vez y su calor y su luz disiparán los horrores de la oscuridad.”
“Buscad refugio en la Madre de la Gracia, para que el flagelo inevitable resulte una victoria sobre el infierno y para que Mis ángeles puedan dar la bienvenida en las eternas venturas del Padre a las ovejas penitentes.”
“Mis ángeles se encargarán de exterminar a todos los que se ríen de Mí y no creen a Mis profetas. Huracanes de fuego serán lanzados por las nubes y se extenderán sobre toda la tierra.”
“¿Temporales?, Tempestades, truenos, lluvias ininterrumpidas, terremotos cubrirán la tierra. Por espacio de tres días y tres noches una lluvia ininterrumpida de fuego seguirá entonces, para demostrar que Dios es el Dueño de la Creación.”
“Los que creen y esperan en Mi Palabra no tendrán nada que temer, porque Yo no los abandonaré, lo mismo que los que escuchen Mis mensajes. Ningún mal herirá a los que están en estado de gracia y buscan la protección de Mi Madre.”
“Cerrad todas las puertas y ventanas. No habléis con ninguna persona fuera de la casa. Arrodillaos ante vuestro crucifijo. Arrepentíos de vuestros pecados. Rogad a Mi Madre, para obtener Su Protección. No miréis hacia fuera mientras la tierra tiembla, porque el enojo de Mi Padre es santo. La vista de Su ira no la podríais soportar vosotros.”
“Los que no presten atención a esta advertencia, serán abandonados e instantáneamente matados por el furor de la cólera divina.
“Después de los castigos, los ángeles bajarán del cielo y difundirán el Espíritu de Paz sobre la tierra.”
Un sentimiento de inconmensurable gratitud se apoderará de los que sobrevivan a esta terrible prueba.”
“Durante estos tres días y tres noches de tinieblas, podrán ser encendidas sólo las velas bendecidas el día de la Candelaria (2 de febrero) y darán luz sin consumirse.”
Además de las recibidas por el padre Pío, son muchas las profecías y revelaciones que Dios ha dado sobre este castigo, y que van en consonancia con las profecías que le dijo Jesucristo al padre Pío, como por ejemplo, las de la beata Ana María Taigi, que vivió entre 1769 y 1837:
“Vendrá sobre la tierra una oscuridad intensa que durará tres días y tres noches. Nada será visible y el aire se volverá pestilente y nocivo y dañará, aunque no exclusivamente, a los enemigos de la religión».
«Durante los tres días de tinieblas la luz artificial será imposible; sólo las velas benditas alumbrarán. Durante estos días de tinieblas los fieles deben permanecer en sus casas rezando el Santo Rosario y pidiendo a Dios misericordia».
También encontramos otra de la santa Sor María de Jesús Crucificado entre 1846 y 1878:
«Todos los estados se agitarán por la guerra y el conflicto civil. Durante una oscuridad que durará tres días las personas dadas al mal perecerán por lo que sólo unos cuantos hombres bondadosos sobrevivirán.”
La mística María Julia Jahenny, entre 1850 y 1941 también recibió una profecía sobre el castigo:
“Vendrán tres días de grandes tinieblas. Las velas de cera bendita iluminarán durante estas tinieblas horrorosas. Una vela durará los tres días, pero en las casas de los impíos no arderán. Durante esos tres días los demonios aparecerán en formas horribles y abominables y harán resonar el aire con espantosas blasfemias. Los rayos y centellas penetrarán en las casas, pero no apagarán la luz de las velas benditas los vientos, tormentas y terremotos»… «las tres cuartas partes de la humanidad serán aniquiladas. El castigo será mundial.”
Otro mensaje similar recibió la beata Sor Elena Aiello durante su vida, entre 1895 y 1961:
“Una tempestad de fuego caerá sobre la tierra. Este castigo terrible que nunca se ha visto en la historia de la humanidad durará 70 horas. Los ateos serán aplastados y aniquilados y muchos se perderán porque permanecerán en la obstinación de sus pecados. Entonces se verá el poder de la luz sobre el poder de las tinieblas. No guardes silencio, Hija Mía, porque las horas de las tinieblas y el abandono se acercan.”
Y si este castigo no se ha dado hace años, es precisamente por la intercesión de Nuestra Madre Santísima. Así le fue revelado a la misma Sor Elena Aiello:
“Se necesita oración y penitencia de mis almas fieles para aplacar la Justicia Divina, para atemperar la justa sentencia del castigo, que ha sido suspendida en la tierra por la intercesión de Mi Amada Madre, que es también Madre de todo el linaje humano.”
«Me inclino sobre el mundo teniendo en suspenso la Justicia de Dios. De otra manera estas cosas hubieran venido ya sobre la tierra. Oraciones y penitencias son necesarias porque los hombres deben volver a Dios y a Mi Corazón Inmaculado, la mediadora entre los hombres y Dios, y de esta manera el mundo al menos será salvado en parte.”
Y por ella, la siempre Virgen María, vendrá también el triunfo sobre el mal. Acabamos haciendo referencia a esto con los siguientes mensajes que recibió María de Ágreda entre 1602 y 1665:
“Me fue revelado que a través de la intercesión de la Madre de Dios todas las herejías desaparecerán. La victoria sobre las herejías ha sido reservada por Cristo para su Santísima Madre.”
“En los últimos tiempos, el Señor quiere extender de una manera especial el renombre de Su Madre. María empezó la salvación, y por su intercesión se completará.”
“Antes de la segunda venida de Cristo, María, más que nunca, debe brillar en Misericordia, Poderío, y Gracia para traer a los incrédulos a la fe católica. El poder de María en los últimos tiempos será muy eminente.”
Le pedimos a Nuestro Señor Jesucristo por medio de la potente intercesión del Corazón Inmaculado de María que nos haga crecer en Su Amor, de manera que seamos capaces de superar las pruebas y dignos de gozar las gracias que nos tiene reservadas. Así sea. Amén.
La máquina del tiempo
Bienvenido a un programa más de la máquina del tiempo. En esta ocasión vamos a comentar una cita del Evangelio de san Lucas, capítulo 6, versículo 46, que dice así:
“¿Por qué me llamáis: <<Señor, Señor>>, si no hacéis lo que Yo digo?”
Justamente después de esta frase, Jesús cuenta la parábola del hombre que construyó su casa sobre la roca y el otro, que la construyó sobre la arena, haciendo referencia a que el que escucha y pone en práctica sus palabras, fundamenta su vida sobre una base sólida, que las dificultades, injusticias y asechanzas del demonio no pueden destruir, mientras que el que no escucha ni pone en práctica sus palabras, fundamenta su vida sobre una base débil y cualquier dificultad puede hacer que se desmorone.
En el Evangelio, Jesús nos da la guía de cómo debemos vivir nuestra vida, de modo que seamos felices. Vivimos en el mundo, y en un mundo de pecado, por lo que el sufrimiento va a estar presente sí o sí. Jesús no nos dice lo contrario, pues en su parábola nos habla de tormentas y ríos desbordados, haciendo referencia a que en algún momento de nuestra vida llegarán las dificultades. Es algo inevitable, pues el mal es consecuencia del pecado y todos pecamos. Incluso hay gente que culpa a Dios de las desgracias que ocurren en el mundo, pero ellos mismos van en contra de su Ley. Y Cristo en esta cita parece que nos dice: “Si me hiciéseis caso, no sufririáis tanto”.
Y es que, quien vive en una casa bien construida, vive tranquilo y se sabe protegido, aunque la peor tormenta arrecie, porque sabe que, aunque afuera esté fatal la cosa, dentro está todo limpio, ordenado y luminoso. Entonces, si siguiendo el Evangelio tenemos tantas ventajas, ¿por qué no lo hacemos? La respuesta es sencilla: vivimos en un mundo dominado por Satanás e ir a contracorriente es más costoso que dejarse llevar. La corriente del demonio nos lleva a la soberbia, la envidia, la pereza, la lujuria, la gula, la avaricia y la ira, por lo que, para ir en contra de todo eso, hay que hacer un esfuerzo grande. Y cuanta más gente decide que no quiere luchar y se deja arrastrar, más difícil es para los que sí quieren evadirse de todo pecado.
Llamar a Jesús “el Señor” significa que le consideramos el principio y fin de nuestra vida, nuestro Dios, nuestro creador y la razón de nuestra existencia. Por eso es una hipocresía llamar “Señor” a Jesús y no hacer lo que dice. Ciertamente todos nosotros Le hemos desobedecido en algún momento, sin embargo, Dios conoce las luchas a las que nos enfrentamos y conoce lo débiles que somos. Por eso tiene misericordia de nosotros si ve que a pesar de los fallos que cometemos, estamos decididos a ser perfectos en su Amor.
Acabo con una recomendación. Para saber qué es lo que Jesús nos dice, es necesario leer su Palabra cada día y meditar qué nos está diciendo a cada uno según nuestra situación particular y trabajarnos tanto en el cuerpo como en el espíritu. Esta es la forma de construir nuestra casa, nuestra vida, sobre la piedra angular, Jesucristo.
Que Nuestra Madre Santísima, la Virgen María, que guardaba todas las cosas, meditándolas en su corazón, nos enseñe a meditar y poner en práctica las enseñanzas de Jesús, para que nos conceda una fe a prueba de todo, para mantenernos en pie en todas las tribulaciones. Amén
Santos de Verdad
El Amor es la fuerza que mueve este mundo y nos lleva hacia el ofrecimiento
Dice el Señor que dar un vaso de agua en Su Nombre no queda sin premio
¿Y cuál será la recompensa para quien lavó Su cara con el lienzo?
Santa Verónica ofrece su amor y eso colma la sed del Sediento
Jueves de noche en el Getsemaní, Jesús está solo en su agonía
Los apóstoles se han dormido se siente la soledad más todavía
Un amigo le vende y traiciona, el que come en su mesa se hace deicida
Y el que debe ser líder le niega al sentir peligrar un poquito su vida
El mismo pueblo que cantaba hosannas al hijo de David hace días
Ahora se arma de palos y piedras, con sus propias manos golpea y humilla
Los gentiles con burla y con saña abren las miles de llagas y heridas
La casta de los sacerdotes apóstatas matan al que es su Mesías
Camino a la Cruz, el pueblo que vive en tinieblas no acepta la luz
Pobre Jesús, nadie se apiada ni acude a esta fuente que mana salud
Y en medio del odio una gota de cielo alcanza el consuelo de su Corazón
Es un gran gesto que sirve de ejemplo y se narra y recuerda hasta el día de hoy
La sexta estación del camino, Verónica enjuga su rostro
El gesto es una gesta por el desgaste de un mundo angosto
Y Jesús que lo ve todo y no hay nadie más generoso
Imprime allí su Santa Faz, milagro que aumenta la fe en nosotros
Cuántas enseñanzas de esta hazaña se desprenden,
Cuando todos huyen, Verónica estuvo presente
Nos dice que no importa lo que piense la gente
Siempre el amor por delante la caridad es deber diligente
Santa Verónica, danos tu audacia
Pide al Señor que nos dé la constancia, la Fuerza, la Gracia
De amar sobre todo a Jesús y ser para el resto de almas un don
De cargar con la Cruz y grabarnos la imagen de Dios en nuestro corazón
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