La Fe a prueba de todo
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La máquina del tiempo
Bienvenidos a una nueva entrega de La Máquina del Tiempo. En este programa vamos a analizar la cita de Judit 7, 15-16, que dice así:
“Convóquense, pues, inmediatamente todos los que se hallan en la ciudad, para que nos entreguemos todos voluntariamente a la gente de Holofernes, porque más vale vivir cautivos y bendecir al Señor, que morir y ser el oprobio de los hombres, después de haber visto perecer ante nuestros ojos a nuestras esposas y a nuestros niños”
El contexto de esta cita es que Holofernes, general asirio, tiene sitiada la ciudad de Betulia, donde viven los hebreos, entre ellos, Judit. El pueblo, al ver que les han cortado el agua, que están a punto de morir y que el Señor no los ha socorrido, deciden entregarse al enemigo. Al saberlo Judit, se enfada con el pueblo por su falta de Fe en Dios y urde un plan con la ayuda de Dios, para derrotar a los enemigos.
Judit es figura de la Virgen María, pues era una mujer discreta y casta, que una vez enviudada, no volvió a casarse, sino que se entregó por completo a la oración, al ayuno y a las obras de caridad. Cuando llega el peligro, se engalana con sus mejores vestidos y perfumes para, con su belleza, derrotar a Holofernes. De la misma forma, la Virgen María es pura a perpetuidad y, mientras en toda su vida fue discreta y fervorosa en la oración y en la caridad, en el momento del peligro, cuando todos iban a sucumbir a la desesperación de la muerte del Mesías, Ella, la Madre, se revistió de todas sus virtudes y gracias, en especial la de la Fe, para creer en la Resurrección de Cristo, derrotar al demonio y completar la redención. Gloria a María Santísima.
Como hemos visto en los últimos programas sobre Babilonia y Egipto, solamente hay que ir allí cuando el Señor lo manda y no hacerlo nosotros por nuestra cuenta, pues, aunque nuestras intenciones sean buenas, no contaremos con la protección del Señor y perderemos la Fe irremediablemente. Si es verdad, que en el destierro de Babilonia, Dios, por medio del profeta Jeremías, quiso que el pueblo se entregara pacíficamente a Nabucodonosor, en este caso es el pueblo el que lo decide unilateralmente, por lo que esa resolución que toman no es correcta, aunque piensen que pueden entregarse y seguir conservando la Fe, pero, como dice la Escritura, dijo el rey a Holofernes: “Sal a campaña contra todos los reinos del Occidente, y principalmente contra los que despreciaron mi dominación. No te compadecerás de reino alguno, sino que me subyugarás toda ciudad fuerte”. Es decir, no iba a tener piedad de ellos ni de su Fe, por haberle rechazado en primer lugar, por lo que esa esperanza que tenían de poder conservar la Fe era falsa.
Este pasaje, y la historia en general, es profética de estos tiempos, pues vemos que el demonio, apoyándose en su gran ejército, que es el mundo y todos los que le sirven para construir su reino anticristiano, quiere ser adorado como Dios, pero hay gente que sigue al verdadero Dios y desprecia su esclavitud, que en este tiempo se da en una cárcel de oro. Entonces empieza la persecución contra ellos. Esto se ha visto a lo largo de toda la historia y llegará a su culmen mediante la persecución de Anticristo, que estamos viviendo ya, cuando detienen a profesores que se niegan a promover la ideología arcoíris, médicos que se niegan a realizar abortos, gente que reza enfrente de clínicas abortistas, etc.
Esta persecución se recrudecerá hasta el punto en que para sobrevivir, mucha gente pensará en rendirse al enemigo, pensando que podrá seguir sirviendo a Dios, pero que en realidad será una apostasía, cambiar la primogenitura por un plato de lentejas. Vimos una prueba de esto cuando hace unos años se obligó a la gente a demostrar que se habían puesto cierta sustancia, para poder ir a restaurantes y demás sitios de ocio. Muchas personas, que primeramente habían rechazado esa sustancia, al ver peligrar su “modo normal de vida” y sus comodidades, decidieron pasar por el aro. Parecerá que Dios se ha olvidado de nosotros y nos ha abandonado a nuestra suerte, pero será realmente la prueba más importante de nuestra vida, donde el Señor verá quién tiene verdaderamente Fe. Ya lo dice el Catecismo en el punto 675: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el «misterio de iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad”. Será la prueba de la Virgen María en el Viernes y Sábado Santo, que solamente con Ella podremos superar, pues como dice el Señor en Lucas 18, 8: “Pero el Hijo del Hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura fe sobre la tierra?”. En su primera venida halló esa Fe en la Santísima Virgen María. En la segunda venida, ¿dónde la encontrará?
Hagamos caso a la exhortación de Judit en el capítulo 8, del versículo 10 al 27: “¿Cómo Ocias ha podido consentir en entregar la ciudad a los asirios, si dentro de cinco días no viene socorro? ¿Y quiénes sois vosotros, que tentáis al Señor? No es esta palabra el medio apropiado para atraer su misericordia, sino más bien para provocar su ira y encender su furor. Habéis fijado plazo a la misericordia del Señor, y le habéis señalado día según vuestro arbitrio. Mas, puesto que el Señor es sufrido, arrepintámonos de esto mismo, y derramando lágrimas imploremos su indulgencia; porque no son las amenazas de Dios como las de los hombres, ni se enciende su cólera a la manera de los hijos de los hombres. Por tanto, humillemos delante de Él nuestras almas, y poseídos de un espíritu de humildad, como conviene a siervos suyos, pidamos con lágrimas al Señor, para que según su voluntad use con nosotros de su misericordia, y para que, así como la soberbia de los enemigos ha turbado nuestro corazón, así también nuestra humillación resulte un motivo de gloria. Pues no hemos imitado los pecados de nuestros padres, que abandonaron a su Dios y adoraron dioses extranjeros, por cuya maldad fueron entregados a la espada y al saqueo y al escarnio de sus enemigos. Nosotros, empero, no conocemos otro Dios que a Él. Esperemos humildemente su consolación; Él vengará nuestra sangre de los enemigos que nos afligen, y humillará a todas las naciones que se levantan contra nosotros; el Señor Dios nuestro las cubrirá de ignominia. Ahora, pues, hermanos, ya que vosotros sois los ancianos en el pueblo de Dios, y de vosotros depende la vida de ellos, alentad con vuestras palabras sus corazones, para que recuerden que nuestros padres han sido tentados, a fin de ser probados si de veras honraban a su Dios. ¡Qué se acuerden cómo fue tentado nuestro padre Abrahán, y cómo, probado con muchas tribulaciones, vino a ser el amigo de Dios! Así Isaac, así Jacob, así Moisés y todos los que agradaron a Dios, pasaron por muchas tribulaciones, manteniéndose siempre fieles. Más aquellos que no aceptaron las pruebas con temor del Señor, sino que a causa de su impaciencia profirieron injuriosas murmuraciones contra el Señor, fueron exterminados por el exterminador y perecieron mordidos de las serpientes. Por tanto, no nos dejemos llevar a la impaciencia por lo que padecemos; antes bien, considerando que estos castigos son menores que nuestros pecados, creamos que los azotes del Señor, con que como esclavos somos corregidos, nos han venido para enmienda, y no para nuestra perdición.”
Que la Santísima Virgen María, Abogada y Medianera de todas las Gracias, nos conserve y aumente la fe en los momentos de mayor dificultad y persecución, para que seamos capaces de todo, para Gloria de Dios. Amén
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