La misión del Cristiano
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La máquina del tiempo
Para este programa, quería traeros una cita que hablara de la Pasión de Nuestro Señor, a la vez que hable de los Últimos Tiempos. Como no me sé la Biblia de memoria (¡ni mucho menos!), he pedido la asistencia del Espíritu Santo mediante la clásica técnica de hacer una oración y abrir la Biblia por un sitio al azar y escoger aquel punto en el que la vista se posa. En este caso, la Providencia ha caído sobre Proverbios, 24, 11-12, que dice así:
“Libra a los que son llevados a la muerte; a los que andan vacilando al degolladero, sálvalos.
Si dijeres: “¿Cómo saberlo?” ¿Acaso no lo ve Aquél que pesa los corazones? Bien lo sabe Aquel que vela sobre tu vida; Él retribuirá a cada cual según sus obras”.
La Biblia hay que entenderla primordialmente en clave espiritual, pues fue escrita para la salvación del alma, aunque también se puede aplicar a la materia. En este caso, cuando la Palabra habla de la muerte, hay que entenderla como la muerte espiritual, el alejamiento de Dios, el pecado. Nos exhorta a salvar a los que viven sin Dios, a los que van por la vida sin preocuparse del estado de su alma, directos al degolladero, es decir, al infierno. ¿Cómo hacerlo? El final del versículo 12 nos da la respuesta.
El versículo 12, que empieza con las preguntas: “¿Cómo saberlo?” ¿Acaso no lo ve Aquél que pesa los corazones?”, me hace recordar el comentario que hicimos en el programa anterior, en el que explicábamos que los malvados son aquellos que culpan a Dios de los males pues, si Dios sabe todo, ¿cómo es que permite ciertas cosas?. La cita continúa diciendo: “Bien lo sabe Aquel que vela sobre tu vida”, es decir, a Dios nada se le escapa, Él ve cada instante de cada elemento de la creación. Entonces, ¿cómo es que hay tanto mal? La siguiente frase es la clave para esta pregunta y para la que hemos dejado en stand by: ¿cómo salvar a los que van directos al matadero?. La respuesta es: “Él retribuirá a cada cual según sus obras”. ¿Qué quiere decir esto? Dios nos ha puesto a cada uno de nosotros y a cada elemento de la creación como medios para la salvación de la propia alma y de las almas de los hombres. Él nos ha dado unos mandamientos y ha enviado a Su Hijo para enseñarnos a vivir en el amor de Dios, por medio de Jesucristo, por lo tanto, tenemos todo lo necesario para tutelarnos los unos a los otros y defendernos de las tentaciones del Maligno. Si uno actúa en el bien, recibirá de Dios el Bien Supremo. Si uno actúa en el mal, recibirá aquello que quiso, el mal eterno.
Por lo tanto, para salvar a las almas que van a la muerte, lo que hay que hacer es vivir una vida conforme a la Voluntad de Dios y evangelizar con nuestras obras y con nuestras palabras, si son coherentes con nuestra forma de actuar. Pues como dice el Evangelio: “No todos los que me dicen: «Señor, Señor» entrarán en el Reino de Dios, sino solamente los que hacen la Voluntad de mi Padre Celestial” (Mt 7, 21-23).
¿Cómo se relaciona este texto con los Últimos Tiempos? Como vemos, cada vez más hay un mayor número de personas que van al matadero, siguiendo ideologías perversas, incluso dentro de la Iglesia. Esto es un signo de los tiempos, pues Jesucristo se pregunta en el Evangelio si a su vuelta seguirá habiendo Fe en la tierra. Hoy vemos que la verdadera Fe casi ha desaparecido y muy poca gente sigue el camino de Jesús sin desviarse a derecha ni a izquierda. Sin embargo, Dios, amorosamente, nos llama a aguantar y actuar según la Fe de la Iglesia, desde que Jesucristo la instaurara, “sin cambiar ni una iota” de ella, guardarnos de los falsos profetas, de los lobos con piel de cordero. Así podremos recibir la generosa retribución de nuestro Padre Dios y salvar a las almas humildes que, viendo el amor de Dios a través nuestro, quieran recibir ese amor haciendo el Bien y alejándose de sus pecados.
El ejemplo máximo de esto es, como no puede ser de otra forma, Cristo, que, con su vida y, en especial con su Pasión y muerte en la cruz, nos salvó, como dicen los Profetas, de la exclavitud, de la muerte del pecado, nos abrió las Puertas del Cielo y nos devolvió la Gracia, y, por ello, Dios le dio la máxima retribución, esto es, Señor de todo lo creado, Juez eterno, Padre del Siglo futuro y Rey del universo.
Así que, cuando tengas algún contratiempo, te encuentres con alguien que te cae mal o tengas una discusión con un hermano… en definitiva, en cualquier momento de sufrimiento, te recuerdo la cita de la semana pasada: “no te irrites, pues eso empeora las cosas”. Más bien, pide la Luz al Espíritu Santo para que puedas actuar como Cristo lo haría y, de esa manera, estarás salvando a tus hermanos, pues el bien destruye el mal, a la vez que estarás acumulando tesoros en el Cielo en espera de que Dios te dé la retribución a tus buenas obras
Que el Espíritu Santo nos llene de su Amor, para imitar en todo a Cristo, en especial en la mansedumbre de su Pasión y Muerte, para recibir de Dios Padre la Resurrección. Amén
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