“¿Por qué me llamáis Señor…?”

La cita bíblica que vamos a comentar hoy la podemos encontrar en el Evangelio de San Lucas, capítulo 6, versículo 46.
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La máquina del tiempo

Bienvenido a un programa más de la máquina del tiempo. En esta ocasión vamos a comentar una cita del Evangelio de san Lucas, capítulo 6, versículo 46, que dice así:

“¿Por qué me llamáis: <<Señor, Señor>>, si no hacéis lo que Yo digo?”

Justamente después de esta frase, Jesús cuenta la parábola del hombre que construyó su casa sobre la roca y el otro, que la construyó sobre la arena, haciendo referencia a que el que escucha y pone en práctica sus palabras, fundamenta su vida sobre una base sólida, que las dificultades, injusticias y asechanzas del demonio no pueden destruir, mientras que el que no escucha ni pone en práctica sus palabras, fundamenta su vida sobre una base débil y cualquier dificultad puede hacer que se desmorone.

En el Evangelio, Jesús nos da la guía de cómo debemos vivir nuestra vida, de modo que seamos felices. Vivimos en el mundo, y en un mundo de pecado, por lo que el sufrimiento va a estar presente sí o sí. Jesús no nos dice lo contrario, pues en su parábola nos habla de tormentas y ríos desbordados, haciendo referencia a que en algún momento de nuestra vida llegarán las dificultades. Es algo inevitable, pues el mal es consecuencia del pecado y todos pecamos. Incluso hay gente que culpa a Dios de las desgracias que ocurren en el mundo, pero ellos mismos van en contra de su Ley. Y Cristo en esta cita parece que nos dice: “Si me hiciéseis caso, no sufririáis tanto”.

Y es que, quien vive en una casa bien construida, vive tranquilo y se sabe protegido, aunque la peor tormenta arrecie, porque sabe que, aunque afuera esté fatal la cosa, dentro está todo limpio, ordenado y luminoso. Entonces, si siguiendo el Evangelio tenemos tantas ventajas, ¿por qué no lo hacemos? La respuesta es sencilla: vivimos en un mundo dominado por Satanás e ir a contracorriente es más costoso que dejarse llevar. La corriente del demonio nos lleva a la soberbia, la envidia, la pereza, la lujuria, la gula, la avaricia y la ira, por lo que, para ir en contra de todo eso, hay que hacer un esfuerzo grande. Y cuanta más gente decide que no quiere luchar y se deja arrastrar, más difícil es para los que sí quieren evadirse de todo pecado.

Llamar a Jesús “el Señor” significa que le consideramos el principio y fin de nuestra vida, nuestro Dios, nuestro creador y la razón de nuestra existencia. Por eso es una hipocresía llamar “Señor” a Jesús y no hacer lo que dice. Ciertamente todos nosotros Le hemos desobedecido en algún momento, sin embargo, Dios conoce las luchas a las que nos enfrentamos y conoce lo débiles que somos. Por eso tiene misericordia de nosotros si ve que a pesar de los fallos que cometemos, estamos decididos a ser perfectos en su Amor.

Acabo con una recomendación. Para saber qué es lo que Jesús nos dice, es necesario leer su Palabra cada día y meditar qué nos está diciendo a cada uno según nuestra situación particular y trabajarnos tanto en el cuerpo como en el espíritu. Esta es la forma de construir nuestra casa, nuestra vida, sobre la piedra angular, Jesucristo.

Que Nuestra Madre Santísima, la Virgen María, que guardaba todas las cosas, meditándolas en su corazón, nos enseñe a meditar y poner en práctica las enseñanzas de Jesús, para que nos conceda una fe a prueba de todo, para mantenernos en pie en todas las tribulaciones. Amén